Esta mañana he podido encontrar un hueco para acercarme al Espacio Sinsentido a tiempo de asistir al encuentro con Sfar. (A parte de él, al menos..)
No había mucha gente. Algunos medios, sí. (Incluso un micrófono de Radio Nacional.) Recogido: más una charla que una presentación formal.
Mejor.
El maestro de ceremonias, Juanjo de la Iglesia (por CQC conocido, pero también por posteriores incursiones televisivas, o incluso por pinchar a Frank Zappa en La Boca del Lobo), ha hablado con su desparpajo habitual, de tú a tú, demostrando, de paso, que los tebeos le gustan. El autor, Joann Sfar, responsable de una lista ingente de producciones al otro lado de los Pirineos, ha hablado, por su parte, en un sorprendente castellano cuajado de coloquialismos. Es un tipo con aire de rapero parisino, afable, rápido. Estaba relajado, cómodo.
¿De qué han hablado? Sobre todo de las obras presentadas, claro: Vampir (Alfaguara) y Gran Vampir (Sinsentido), pero también de Historieta en general, de las diferencias (abisales) entre los mercados español y francés, de ese público infantil que parece empeñado en recuperar para un medio que morirá, sin él, de inanición.
Algunos momentos felices: al plantear las diferencias entre las dos cabeceras, nos descubre que, cronológicamente, las aventuras del niño vampiro son posteriores, porque el protagonista de Gran Vampir, melancólico y solitario, triste por vocación estética, aburrido de su noche eterna, decidirá que quiere volver a su infancia, una infancia que no recuerda ya, y ser el niño que, a lo mejor, no pudo ser antes. Un niño, claro, que, por vampiro, no puede ir a la escuela con los demás; un niño social, deseoso de tener amigos, de ser normal.
Más momentos felices: habla de su experiencia en el trasvase de Vampir a la animación televisiva, muy satisfactoria. Acaso, apunta, porque se ha podido involucrar mucho en la producción, hasta el punto de elegir a los colaboradores gráficos, la música, los actores... Produce France 3.
La Historieta, en Francia, puede acabar muriendo, ha dicho, de puro éxito: demasiadas novedades cada día. Es más fácil que nunca publicar tu libro. Por eso, es perfectamente posible que nadie lo llegue a ver... lo que impedirá, claro, que haya una segunda oportunidad...
Algo más de media hora distendida. Luego, he tenido que irme... Con unas ganas enormes, por cierto, de leer más cosas de este hombre... y de apretarme un poquito las tuercas, ponerme las pilas, trabajar un poquito más en todas esas cosas pendientes. Y en esas otras de las que no suelo hablar...
Una mañana, en fin, productiva.