Entra solecito por la ventana. Nada espectacular... pero, después de amanecer en gris, es de agradecer.
He terminado de leer la novela en la que andaba enredado (miren por ahí abajo, la de Murakami, ya les dije). ¿Qué puedo decirles? Me ha gustado mucho. Es extraña, mágica, muy divertida a veces, absolutamente imposible a ratos, romántica y erótica, fantástica y perfectamente cotidiana. Ojalá alguien (¿señores de Tusquets?) se decida a editarla en nuestro país. (Y traducen, de paso, las novelas que están, aún, inéditas.)
¿Lo próximo? No sé, tengo una pila modesta de tebeos en lista de espera (modesta, pero jugosa), tres o cuatro revistas de esas que tarda uno meses en leer (Comic Art, Comics Journal, Locus)... y algunas dudas respecto a lo que ahora me apetece devorar en el metro.
(Por cierto, el artículo que publica hoy Marías en EPS, y ya que hablamos de traducir, es de los que levantan ampollas. Sobre traductores ineptos y editores más ineptos aún. Qué suerte tiene este hombre de no leer tebeos... sus cabreos acabarían en la UCI, probablemente...)
Hora de ir pensando en hacer la comida, por cierto. Nada elaborado hoy. (Bueno... casi nunca, para qué voy a engañarles...) Un poco de pasta, vino rojo, fresas de postre.
Vermut muy frío de aperitivo.