Leí estos días pasados La carretera, de Cormac McCarthy. Me llamaba la atención que nadie por aquí señalara el hecho obvio de que sea una novela de ciencia-ficción, quizá porque cuando un escritor reputado utiliza los recursos del género (de cualquier género, excepto el policial, que parece que tenga cierta bula culturalista) no son reconocidos como tales, sino como... bueno, simbolismos, cuestiones colaterales.
El libro es breve y demoledor. El paisaje desolado, cubierto de ceniza, supone ya a las pocas páginas un personaje más, omnipresente, terrible. Cadáveres renegridos, un permanente crepúsculo de hielo sucio y la desesperación de los dos protagonistas, padre e hijo, en su permanente huir hacia delante, hacia el vacío, hasta llegar a un océano que es más de lo mismo, olas sordas, gris sobre gris, el frío atroz del invierno nuclear. Merece la pena.
(Ahora estoy con Los príncipes valientes, que me está gustando mucho también desde las primeras páginas por razones literarias y sentimentales...)
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