jueves, 5 de junio de 2008

corben: primer asalto




Es una cuestión de edades, me parece. Si uno hace una lectura rápida de las diferentes aportaciones que hasta hoy se han hecho en este cuarenta aniversario de Un Señor de Kansas, vemos que los que nacimos en un determinado momento tendemos a hablar del impacto que supuso Den y Dimento, de los trabajos para Warren y los guiones magníficos de Bruce Jones. Otros llegaron más tarde y son los delirios reciclados del segundo y tercer Den los que les entraron (o no) por los ojos. Algunos lo han descubierto recientemente, en sus colaboraciones para DC y Marvel, y lamentan no poder recuperar obras anteriores. Yo, lo he dicho ya, estoy en el primer grupo.

Yo tenía nociones confusas de alguien llamado Corben. Había podido hojear con pasmo una especie de turbia fotonovela en un Heavy Metal. Recordaba malamente diferentes cosas de estilo característico en viejos Vampus o Rufus. Y, de repente, 1984; de repente, Mundo mutante. Quizá por esa misma época, lector como fui de Xavier Coma (todos pasamos por ahí, vamos a ver; que nadie mire al tendido...), tenía ya nociones de que ese tipo que dibujaba tan raro y gomoso, fotográfico y grotesco al tiempo, había firmado Bloodstar, una novela gráfica de cuando las novelas gráficas eran volúmenes gruesos con intención literaria (lo decía Coma, insisto: para él, si la memoria no me engaña, la intención literaria se vehiculaba a través de copiosos bloques tipográficos de texto; qué tiempos, válgame dios...), pero en cualquier caso nada me había preparado para las primeras páginas de ese Mundo mutante: el impacto gráfico, la energía; y la fluidez de una narrativa invisible, como gustan de decir los críticos serios, esa que es eficaz y elige el encuadre justo y necesario sin dejarse llevar por la tentación de lo espectacular.

Por entonces (algo también habitual en los de mi generación, año arriba o abajo) yo me estaba desenganchando (y desengañando) de los tebeos de Marvel. Es un proceso lógico, creo yo: se tarda un tiempo en aprender a consumir y disfrutar de todo. Andaba atrapado por lo que iba descubriendo en los Totem, y lo que Toutain ofrecía en sus revistas era fresco, olía a nuevo. (Ya luego descubriría por mi cuenta de dónde venía todo eso, y acabaría haciéndome con una agenda de autores a los que seguir y gente de la que huir.) Corben
y Mundo mutante fueron un revulsivo, un vértigo que me atrapó; como a todos. (Y la culpa no fue sólo del dibujante, cuidado: ahí había un guión sólido y emocionante de Jan Strnad, y un personaje, Dimento, que se hacía querer.)


Pero Corben, lo fui descubriendo, era más que ese acabado espectacular, mucho más que un falso realismo fotográfico. Corben era un tipo que venía con una carga notable y más que eficaz de caricatura (o de cartoon, en fin). Corben era lo grotesco, la belleza cutre, lo áspero, lo mohoso y desaseado. Y era también lo bufo. Tenía bien colocado un corazón pulp, latiendo en todas sus obras con fuerza: ahí está Den y ahí está El amor del cojo Lem, dos caras de una misma moneda: lo popular siempre, el experimento y el clasicismo, el color y el blanco y negro. Y la expresividad de unos personajes vívidos y vivos.

Y ahí está, por cierto, Bloodstar. Pero Bloodstar merece una entrada aparte...


... continuará.

2 comentarios:

FHNavarro dijo...

Belleza cutre, yo no lo hubiera definido mejor.
Corben... Yo lo descubrí cuando se acababa de editar Den 2, pero lo primero que vi de suyo fue Den 1, que me impactó (como a todos). Mundo mutante me pareció inmenso, al igual que Rolwf. Guardo un grato recuerdo de Jeremy Blood. De sus adaptaciones de Poe (sobre todo la de los Usher)y su Bloodstar. Me reí mucho con sus historietas underground, pero ahora no las soporto demasiado. En fin, que de 11 tomos que editó Toutain dentro de la colección "Richard Corben: Obras completas", sólo tengo 8, los otros, (los underground)los vendí.

Un saludo

Jeremy Brood dijo...

fhnavarro, ya se arrepentirá de vender los Underground, je, je...

Me alegro coincidir con lo de Jeremy Brood y los Usher, en esas dos obras Corben desplegó unos "FX" gráficos que incluso hoy son insuperables, de auténtico genio.