despacito

No acaba de animarse el sol a lucirse, después del despliegue veraniego de ayer. El cielo está manchado de unas nubes como a medio cuajar, corre una brisa fresquita por la acera, se cuela por la ventana junto al ruido del tráfico errático de primera mañana. Después de terminar un texto que tenía pendiente, esta semana ha sido más bien de relajo y dispersión general, que todavía ando acomodando ritmos nuevos. Y he leído una primera entrega de El marqués de Anaon, que me ha gustado bastante (hablaré más cuando acabe con la segunda), me he reencontrado con Mondo Brutto (dejé de comprarla: igual que The Comics Journal, resulta agotadora; me hago sólo con los números que tienen algo que me interesa de manera especial, como lo de Beá), avanzo despacito con la última novela de Pilar Pedraza (me la consiguió el gran J hace unos días, además del reciente número de Man con Christina en portada: ni se molesten, por cierto, que son exactamente dos fotografías las que contiene, además de la cubierta), tengo a mano el volumen blanco que Norma ha editado de Valentina (que me apetece, y no sé bien por qué...). Además, sigo dando vueltas a cómo hincar el diente a Bloodstar (tendrá que ser ya mañana, a punto de terminar la semana de los cuarenta) y hay una secuencia que sigo intentando montar en mi cabeza, tres tipos en una cafetería hablando, hablando, plano medio, plano general, una niña en la cristalera, voz en off... y a ver qué sale, que estamos en ello. Por lo demás, bien, gracias.

Va siendo hora de salir a comprar el pan y los diarios. (El sol, por cierto, va asomándose ya a la fachada de enfrente.)