Falleció Matilde Horne, traductora de Tolkien, pero también de Bradbury, Lem, Durrell, LeGuin. Recientemente se habló de ella debido a que no había visto un duro de las múltiples reediciones de El Señor de los Anillos y vivía con lo mínimo, más o menos olvidada. Su caso fue paradigma del abandono de una profesión, la de traductor, que se desarrolla en la sombra... a menudo, demasiado en la sombra.
2 comentarios:
Sí, pobrecilla.
Me inspiraba una gran ternura. Era una profesional. Honesta. Pulcra.
Su traducción de Solaris, por ejemplo, es ejemplar.
Junto a Porrúa (alias Francisco Abelenda o Luis Domènech cuando traducía)vertieron con esmero importantes obras al español.
Años en la sombra, como una hormiguita, trabajando líneas de texto, giros gramaticales, acepciones precisas.
Mucho y buen trabajo, y poco reconocimiento. El sino de los traductores. De los malos y de los buenos, que también los hay, como en este caso.
DEP
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