Ayer firmó Manel una viñeta en Público que incendió los ánimos de mucha gente. A juzgar por la avalancha de comentarios que recibió en su blog (gente que la leyó gratis, por cierto), casi nadie la entendió, o la quiso entender. Yo mismo, lo admito, me quedé un poco fuera de juego. Hoy, Manel matiza, explica y se reitera en lo que quiso decir: una laaaaarga tira que mete el dedo, literalmente, en el ojo.
A juzgar por los comentarios, mucha gente sigue sin entender nada.
1 comentario:
Estamos ante un cambio de paradigma que no sabemos como se resolverá...
En algún momento, en el futuro, la tecnología debería permitir que nadie tenga que trabajar, y liberados de las supercuerdas de la deuda que provocan nuestras necesidades y el dinero que hay que generar mediante el trabajo para cubrirla, digo, liberados de esto, nos dedicaremos a tañer cristales de roca y diseñar magníficos ingenios, como en las civilizaciones extraterrestres de los tebeos (queda por imaginar la cuestión de qué harán los que no estén interesados ni en una cosa ni en otra...).
El mientras tanto es lo peligroso. Porque la automatización, que barrió la necesidad de mano de obra en los sectores primario y secundario (hoy una máquina hace el trabajo que antes hacían 100 hombres) terminará por hacer lo mismo en el sector terciario, pero lo hará mientras siguen las viejas obligaciones de pagar a quien produce algo que cubre una necesidad, lo que nos obliga su vez a trabajar para cubrir la necesidad de otro, etc. (factor este, el de la generación de dinero mientras el dinero sigue siendo necesario, determinante a su vez en los procesos de automatización (por ahorro de costes), generando de este modo un contexto creciente en el que es imposible que haya trabajo para todos, y en el que el que dé primero con una fórmula de maximización de beneficios da dos veces). Es un proceso que se retroalimenta y es irreversible e imparable, sólo que se esta conteniendo, creando artificialmente actividad, porque no sé sabe qué hacer, para dónde tirar. Hoy mismo el Estado podría funcionar con la mitad de personal, como asimismo los bancos, los supermercados, etc.
Bueno, pues esa revolución permanente de la tecnología, que liquida por centenares puestos de trabajo obsoletizados, y que a la vez da un poder tremendo a los gestores de lo nuevo, ha llegado a la industria cultural y podemos ver las contradicciones que genera. Los del gratis total, gente que presumo joven en su mayoría, lo van a sentir en sus carnes aún más que mi generación y harían bien, los más inteligentes entre ellos, en dejar el pataleo burgués y empezar a plantear una crítica revolucionaria so pena de que les pase un rodillo por encima sin haberlo visto venir. Trabajar cobrando va a ser una suerte y el Estado no admite un funcionario más.
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