Hay una entrevista con Spiegelman por ahí, traducida en parte en Entrecómics, en la que el autor de Maus dice cosas un poco prepotentes, a mi juicio, como que no entiende que nadie siga trabajando en el género de los superhéroes, dado que ahora pueden hacer otras cosas... (prepotente, ya digo, desde mi punto de vista: a ver, no digamos a los demás lo que tienen que, o pueden, hacer...).
También dice cosas que me parecen sensatas: ¿cuántas historias que se cuentan en trescientas páginas necesitan esas trescientas páginas para ser contadas? La impostura de la tapa dura... o de eso que llaman Novela Gráfica. (Y no estoy aquí generalizando, me limito a decir que igual no es oro todo lo que reluce, ni literatura todo lo que se publica en forma de libro. Por así decir.)
Y, a propósito de esto mismo... desembarco en casa hoy con el Palookaville #20, un hermoso artefacto en tapa dura que recoge una entrega nueva de Clyde Fans y un montón de lo que en los DVDs sobrepreciados llamamos "extras": reportaje gráfico sobre las maquetitas de cartón que construye Seth, selección primorosa de sus cuadernos de apuntes... y, mientras lo hojeo, no puedo evitar la sensación de (y que me disculpen ahí fuera) estafa, porque yo quiero leer más Clyde Fans, llevo mucho tiempo esperando más Clyde Fans, que me sigan contando esa historia... y, después de tanto aguardar, esperaba algo más, no una mera entrega que hubiera podido publicarse en el formato anterior con grapa (humilde, sí, y mucho menos cool). Y sí, ya sé: no digamos a los demás lo que deben o no hacer... y, además, voy a leerlo con placer, porque le tengo ganas y tiene una pinta colosal, pero no dejo de tener la sensación de que me están estafando.
2 comentarios:
A mi me parece que lo que tu interpretas como un "nadie debería hacer ya cómics de superheroes porque están muy trillados" es más bien un "yo nunca haría superheroes porque están muy trillados, ya no me inspiran, ni interesan, por eso me desconcierta que haya gente que siga queriendo hacerlos".
Del mismo modo que uno puede no gustarle las baladas románticas y no entender que la gente siga teniendo interés en producirlas o consumirlas.
Yo lo veo más como una falta de empatía, por tener un gusto contrario, que como ser un prepotente.
quizá, sí, es posible... no digo que no... era una sensación (que también tengo con alguna otra parte de la entrevista), aunque a lo mejor hablar de prepotencia es exagerado...
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