En efecto, el sol brilla que da gusto, y Madriz, que podría estar hasta un poco fantasmal, con el puente y eso, está, a qué negarlo, precioso; que da gusto pasearlo, vamos.
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Sobre mi mesa, aguardan (junto a dos torres muy inestables de otras varias cosas: libros de Sinpalabras, novelas negras de la promoción de El País, el tomo de Las aventuras de el Rey Mono que editó Siruela...) el Kwaidan que ya comenté por acá y otra cosa que me acaba de llegar de Círculo de Lectores: La piel fría, de un tal Sánchez Piñol, que, hojeado, tiene un tono como pulp que me llama bastante después del clasicismo algo forzado de El buque fantasma (Trapiello, ya saben). Luego, si acaso, cuento por cuál me he decidido como lectura de mis próximos días.
(Lo de El Rey Mono... es que son 2000 páginas: leerlo en el metro viene a ser un trabajo de Hércules, o poco menos...)
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Norma anuncia para el mes próximo un Miguelanxo Prado nuevo.
Y El tapiz de Seda... del que hablé hace unos días por aquí.
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En un ratito descorcharé una botella de vino... Es agradable comer con un buen vino rojo y el sol entrando por la ventana...