domingo, 5 de diciembre de 2004
25 años de pop
Edita Subterfuge, pero en realidad es lo de menos. Un disco que quiere ser resumen de un sentimiento, de una manera de entender la música, la radio y la vida: un tiro a ciegas, un esbozo, un querer y no poder... Una joya.
Mi relación con la radio, de siempre, ha sido más bien anecdótica, accidental. Recuerdo, de muy pequeño, Radio Hora, y La saga de los Porreta. Precaución, amigo conductor, esa canción que sonaba en todo patio de vecinos que tuviera una ventana abierta. Recuerdo, después, cosas como El gran musical. Y a Antonio José Alés. El Mariscal Romero, que, por razones que aún hoy se me escapan, llegó a poner canciones de Alaska y los Pegamoides.
Pero hoy, tras muchos años, tras muchas noches de ojos cargados, tengo muy claro que la radio es Juan de Pablos y su Flor de pasión.
Esa voz personal, esa manera de susurrar confidencias, ese entusiasmo extemporáneo... Juan es capaz de darte no ya la noche: de dejarte para el arrastre toda la semana, si es que llega deprimido al estudio. Y es capaz, también, de llenarte de entusiasmo, hacerte ver lo hermosa que es la vida. Con una canción, con una pequeña joya rescatada de su discoteca infinita y firmada por la señorita francesa de turno, por el italiano más olvidado, por esa niña popi que reververó en los años sesenta españoles, tan grises, tan polvorientos...
Con una canción y con una confidencia.
Este disco quiere ser resumen, ya lo he dicho. Entre sus cortes abundan las piezas excepcionales, de Eddie Cochran a Los Fresones Rebeldes, pasando por Niza, Vainica Doble o The Shadows. Brillan, entre ellas, voces como la de Gelu, canciones como la de Alaska y los Pegamoides (El hospital, nada menos), figuras como la de France Gall.
Pero lo fundamental no son las canciones, que también, claro; lo que de verdad importa es el espíritu, el aliento de este Juan de Pablos que, un día de 1966, quedó hechizado por el pop, eso que él entiende por pop, esa magia que abarca a François Hardy y a Adriano Celentano, a Fernando Márquez y a Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, a La Monja Enana y a Los Soberanos, a Bustamante (el bueno, el valenciano, ese que firmó Cargo de mí hace ya años). Ese mismo aliento que hoy le permite continuar con su programa cada noche (de lunes a jueves a partir de la una de la madrugada, más o menos; Radio 3).
Desde que escuché por vez primera Flor de pasión sé lo que es el pop, lo pop: Lyo cantando en picardías Banana split, las canciones de Paraíso (Para tí, ay...), los vinilos de dos cortes, las chicas de pelo corto y pantalones de pitillo, Serge Gainsbourg, la bossa...
En su programa, Juan de Pablos no pestañea cuando mezcla a Mina con la última maqueta que le ha llegado de cualquier rincón del país. Escuchar a Celentano y a Renato Carosone al lado de los temas no editados de Paraíso fue algo habitual durante muchos años... Y hoy está toda esa escudería efímera de bandas nacidas al calor de Flor de pasión, Niza o Los Fresones, Souvenir, La Monja Enana, Cola Jet Set, La Casa Azul, Parade... Gente que no serían nada sin el programa, sin el espíritu de su conductor, su creador, su ideólogo; su alma.
Este disco suena ya todo el tiempo en mi casa. Y me ha llevado a rescatar otro, que editara la sala Siroco en 1999, con cincuenta temas seleccionados, también, por Juan de Pablos: 20 años de flor de pasión.
Me ha llevado, además, a querer buscarle en las ondas de nuevo... (Mal momento, con el puente y todo eso...)