viernes, 17 de diciembre de 2004
pequeñeces
Sencillez, ternura, buen gusto en la composición...
Durante los últimos años he seguido, gracias a los libros que publica Andrews McMeel, la tira diaria que firma Patrick McDonnell, un ejercicio de estilo que amenaza siempre con agotarse en sí mismo y consigue, siempre, seguir adelante con una pirueta nueva, con una vuelta de tuerca inédita.
Su autor, McDonnell, es un buen conocedor del medio. (No en vano colaboró en la elaboración de Krazy Kat: the comic art of George Herriman, el libro definitivo sobre un creador esencial.) Y trabaja con un mínimo de elementos, con la lección bien aprendida y con una exquisita sensibilidad plástica.
Como en el caso de sus maestros (Herriman, Schulz), cada una de sus tiras es una obra cerrada en sí misma, un minúsculo teatro, un poema visual.
Leyendo el último libro (Dog-Eared), se confirma la madurez de la serie y de su creador. (Hay, es cierto, un puñado de tiras, como en cada uno de los libros anteriores, peligrosamente azucaradas; y hay, también, otro puñado de auténticas joyas de puro lirismo y de pura diversión.) El juego de referencias de las dominicales no deja de sorprender, y la eficacia con que la pura línea, quebradiza, frágil, se alía con la mancha para crear espacios, sensaciones, emociones, es un recordatorio de que el medio, nuestro medio (la Historieta, no olvidemos: tebeos), tiene armas para llegar muy lejos, para expresar muchas cosas. Armas que no suelen utilizarse a menudo. No, al menos, con la eficacia, la creatividad y el alcance que demuestra McDonnell en su Mutts.
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De sobra saben quienes me han leído en otros soportes que tengo una especial debilidad por la tira diaria americana. Por la clásica, sí: en ella se inventó el lenguaje; en su pasado están los autores que más han aportado al medio. Pero también la contemporánea: For better or for worse es un buen ejemplo, a años luz de Mutts en muchos sentidos y por muchas razones.
(Leo ahora, despacio, el volumen conmemorativo de los 25 años de la serie de Lynn Johnston, precisamente, así que no tardaré en escribir algo al respecto...)
Pero es el formato lo que me atrae, lo que me fascina, de una u otra forma. La continuidad. La posibilidad de crear una realidad en paralelo, de seguir de cerca a unos personajes que vayan creciendo, desarrollándose. (Algo así como el paso lógico más allá del folletón... no sé si me sé explicar.)
La continuidad, sí; supongo que ese es el secreto. La continuidad diaria. No el álbum anual, no el cuaderno mensual... Acercarse al lector a diario, cada mañana, en el periódico.
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Otra vez Mutts: la belleza del trazo. Contemplar una viñeta que es apenas una mancha, el morro de uno de los cachorros. La síntesis. La composición.