de chinos

Esta noche, en La 2, pasan Chunking Express, de Won Kar Wai, una de esas películas mágicas de un director que ha ido estilizando su imaginario hasta ser capaz de esculpir imágenes de una belleza hipnótica y locuaz, imágenes hipnóticas que se graban a fuego en la memoria y se introducen bajo la piel y anidan en lo más profundo de nuestros sueños. La de hoy es la primera que vi suya. Fue un flechazo, una fascinación incendiaria, una epifanía: eso es el cine que querría ver siempre, esas las historias que no me canso de disfrutar, que no me cansaría de contar (si tuviera el talento).

No les sé decir nada más: hagan por verla. Incluso doblada con esas vocecillas lamentables, habituales en las películas orientales pasadas por el filtro de nuestra industria televisual, la experiencia les merecerá la pena.

Supongo.

Yo, ya les digo, estoy enamorado perdidamente del cine de este señor...


En otro orden de cosas, esta mañana soplaba un viento desapacible y de aires épicos que no casaba nada con el azul rabioso del cielo. Día raro en ciernes...


Y, sin abandonar el apartado del otro orden de cosas, confirmo lo que venía rumiando estos últimos días: también estoy hasta los cojones ya (lo que tiene un mérito, dado que no ha empezado aún) del Mundial de Fútbol.


Esas cosas, en fin...