La cosa empezó casi en broma, como sin que ninguno de los tres se lo creyera del todo. Ricardo (Machuca) tenía una idea en la que quería trabajar. Lorenzo (Díaz) tenía un contacto, la oportunidad de plantear un proyecto en una editorial belga recién nacida, que luego resultó ser filial de Glénat. Yo lo que tenía era muchas ganas de escribir algo de corte más o menos tradicional. Y de publicarlo: de verlo tomar forma y que acabara impreso y en tapa dura.
¿La idea? Algo de ambiente egipcio, algo de tema vagamente histórico, algo que fuera fiel en la documentación (hasta cierto punto siempre: el límite de lo razonable), algo que tuviera un tono ligero, de aventura clásica. Dos líneas temporales, personajes fijos que permitieran la realización de más entregas.
El primer paso: un puñado de diseños de personajes y ambientes, un par de folios en los que se apuntaba un argumento, diferentes posibilidades para construir la historia. Y reuniones en una cafetería soleada. Y muchas ganas de trabajar.
El segundo paso: visto bueno desde Bruselas. No hay vuelta atrás.
Tercer paso: ¿y ahora cómo nos apañamos? Dos guionistas y un dibujante, una historia en proceso de elaboración, un borbotear permanente de ilusión. Después de una serie de reuniones para apuntalar el guión, Lorenzo escribe las primeras páginas y me pasa el testigo: ese será el sistema de trabajo, una vez planteado el desarrollo argumental con detalle. Él firma, en fin, una suerte de prólogo. Yo, después, escribo la primera aparición de los protagonistas. Comienza la aventura y los personajes empiezan a definirse desde la primera frase. (Algo fácil si se cuenta con un diseño tan atractivo como el de Ricardo...)
4 comentarios:
¡Y en nada aquí! Ya hay ganas...
Sí que hay ganas, sí... (Yo tengo muchas.)
A mí lo que me ha entrado son unas ganas locas de saber más, de que cuente otras cosas sobre el desarrollo de eso que estamos esperando ver en la tienda.
¿Cómo se cocina un álbum?
¿Cómo se trabaja entre tres?
¿Cómo va creciendo la criatura?
Mire que soy curioso... Vd. sabrá disculpar tanta indiscreción
Mi intención es dar más pistas estos días próximos... si el tiempo y estar atento a demasiadas cosas no acaba por despistarme del todo.
Pero entre tres se trabaja como entre dos o entre seis: es cuestión de ser conscientes de que lo que uno hace no es infalible, y que lo importante es el resultado final. Uno escribe lo suyo y el otro lo reescribe, para a su vez requerir otra corrección del primero... y luego será el tercero (el dibujante, en este caso) quien manipulará los tiempos, las secuencias, los encuadres, dentro de lo posible y siempre para unificar y para mejorar...
Confianza es el secreto, para decirlo en una palabra.
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