Javier Pérez de Albéniz lo dice bien clarito, y titula con acierto: De borrachos y ofendidos. Con el tema de Terscht está ya todo el mal hecho. Poco importa que todo haya quedado reducido, como se intuía ya desde el principio, a una pelea de bar: lo que queda es la basura sembrada por la caverna. Nadie va a disculparse, nadie va a admitir que se equivocó al prejuzgar y acusar... porque en realidad no se equivocaban: tiraban con bala y su intención era contaminar, crispar. No se equivocaban: mentían, sin más.
Siguen haciéndolo, de hecho.
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