En la mañana fría, una exposición justo al lado del trabajo. El sol brilla, el cielo está azul, es fácil encontrar la sala. (La Fábrica, en la calle Alameda; en el número 9.)
En las paredes, imágenes de una belleza impactante, como ráfagas de un sueño. Un sueño pop, un sueño construído de recuerdos ficticios, de películas viejas, de humo de cigarrillos, de olor a café y a ceniza. Un sueño cargado de ternura.
Araki Nobuyoshi nació en 1940. Su obra es polémica. Es un personaje pintoresco, desvergonzado, radical. Es un poeta, un pintor que trabaja con una cámara, con la luz del día, con la piel de sus modelos. Sus imágenes tienen una fuerza extraordinaria; hay en ellas un aparente descuido, una cuidadosa dejadez formal que atrapa a primera vista. Lo demás, lo que está oculto (la muerte, el sexo, el amor, lo ritual), viene después, despacio; se instala en la memoria y no la abandona ya nunca.
La exposición, mínima, durará hasta los primeros días de marzo.
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