viernes, 6 de enero de 2006

lluviosa tarde de Reyes


En la televisión, Río Bravo: la sé de memoria, pero vuelvo a verla cada vez como si fuera nueva; la sorpresa no se va de los ojos.


En la calle, una lluvia que casi no llega a serlo: liviana y breve, tristona.


En la mesa, dos libros ya leídos.

Por un lado, Les complots nocturnes, de David B, editado con un cuidado exquisito por Futurópolis. Una colección de estampas oníricas, nocturnas y enigmáticas, en la que no faltan referencias a Topor, animales y monstruos, oscuras conspiraciones, imágenes bellísimas. (A decir verdad, creo que son las planchas más hermosas que le he visto firmar al señor B...)


Por otra parte, el trabajo más reciente de Seth, Wimbledon Green, también en una edición cuidadosa y envidiable, a cargo esta vez de Drawn & Quarterly. Es, en palabras del propio autor, un experimento que no nació para ser publicado, una historia vagamente paródica, de ambiente melancólico y personajes grotescos (entre ellos, un alter ego suyo, obsesionado por un pasado que no vivió, coleccionista compulsivo de todo lo anterior a 1950... egoísta y pretencioso...). Un libro que habla de tebeos y de gente que los ama demasiado, pero también de personas solitarias. Un relato de estructura elaborada, fragmentaria, poco habitual en Seth. Un título que no tengo claro, la verdad, cómo encaja en el imaginario de un creador como él, ni qué aporta a su obra... Un título que juega a la caricatura... y a lo pueril, también. ¿Una suerte de balón de oxígeno, de cámara de descompresión?

Un libro estimulante, en cualquier caso.


Dean Martin, John Wayne, Angie Dickinson, Walter Brennan... y Howard Hawks. (En el guión, Leigh Brackett, no olvidemos...) Río Bravo, ya les digo: puro cine.

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