Para empezar, y como anunciaba esta mañana, todo el día corriendo de un lado a otro, o poco menos. Además, bajo un cielo gris que ha acabado por cuajar en lluvia, una de esas lloviznas brumosas que por aquí llamamos, a veces, calabobos.
De buena mañana, reunión de Sección Sindical. Elección de la Ejecutiva de la Sección. Al final, he acabado por saltar al ruedo, por así decir... Así que las próximas semanas incluirán, supongo, más de una mañana de reunión, que uno tiene que ponerse al día y tiene que ir aclarándose, sobre todo, con dónde se mete y para qué...
Luego, trabajo: qué les voy a contar.
Mientras me relajo antes de meterme en la cama, que he dormido (además) de verdad mal hoy, les cuento que tengo algunas lecturas nuevas en la pila de cosas que me apetecen ahora, y que además es posible que me anime con lo último de Prada, o puede que no, aún tengo que meditarlo... (El amigo De Cuenca lo recomienda fervorosamente, y eso es aval suficiente para mí... Ya les contaré.)
2 comentarios:
Estando (igual de reciente e igual de precio) la terrible y terriblemente buena trilogía compactada de Agota Kristof en la calle, ¿va a usted a irse a Prada?
Aunque bien es cierto que el arranque del de Prada (no he leido más) no está nada mal, tiene fuerza, es atractivo, lo que no es nada extraño teniendo en cuenta que la reflexión la dejó escrita ya Lucrecio hace dos mil cincuenta años...
Pero claro, entar en Agota es entrar en una sacudida literaria brutal y difícilmente olvidable.
En fin, que haga usted lo que le dé la gana, pero luego no diga...
Tomo nota, que esa señora me intriga desde hace un tiempo...
A De Prada le tengo cariño. Su pimera novela me gustó mucho, como me gustó La esquinas del aire. Detesté, en cambio, su premio Planeta, que me pareció una especie de extraña autoparodia inoluntaria...
A De Prada le hace falta contención. (Y ya de sus arrebatos dominicales, ni opino... Pero esa es otra guerra.)
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