De Marc-Antoine Mathieu conocemos su serie de Julius Corentin, cuya primera entrega anuncia Sinsentido para este año, en principio y si va todo bien. Es un trabajo sorprendente, una fantasía burocrática de hechuras góticas y costuras kafkianas, un deslumbrante artefacto de metalenguajes y muy felices hallazgos.
De Marc-Antoine Mathieu descubrí hace un tiempo este breve librito, publicado por Éditions de l'An2 en 2004. En él, Mathieu ilustra con minucioso lirismo dos relatos, el uno tradicional chino, el otro escrito por Frank Young y recogido por Paul Auster en Creía que mi padre era Dios.
Si tienen oportunidad, háganse con él, merece la pena. (Consejo de lectura: por la tarde, con su mantita sobre las rodillas y la lluvia murmurando del otro lado de la ventana. Tabaco y café, optativos.)
Buenos días.
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