Ayer, en un alarde de anglofonía (o algo), le dije a una señora acalorada que la cafetería estaba ya cerrada, pero que podía beber agua del retrete. (En su favor hay que decir que no le mudó el gesto y hasta musitó un educado thank you mientras se batía en retirada.) Cosas del calor, que le reblandece a uno la sesera.
Hoy sigue el sol castigando a base de bien, y he leído un álbum sorprendente (Tres veces uno, de Gabrielle Piquet), liviano, que adapta tres relatos de Tonino Benacquista con una refrescante falta de pretensiones. Es un libro que sorprende porque, siendo adaptación literaria, echa mano de muy pocas palabras y resuelve la narración de manera visual; doble sorpresa, por cierto, ya que la peripecia de los tres cuentos no es en absoluto cinemática y sí propicia al tono reflexivo. Es un trabajo sorprendente porque se lee con una sonrisa, porque hay una cierta amargura de fondo que no desagrada y más bien añade textura al tono ligero del conjunto. Es un álbum que sorprende por el registro gráfico, minucioso en su aparente sencillez, de una expresividad que arrastra: hay algo en esa línea pura que rescata, recupera el espíritu de Sempé. Lo edita La Cúpula y no es mala lectura para una tarde calurosa de verano.
Y, esta mañana, he leído también una columna emocionante de Elvira Lindo, que sigue haciendo sus mejores textos los domingos. (Puf... los periódicos del domingo en verano, ese erial: uno tarda tiempo en hojear con desgana y, con suerte, encuentra algo que leer, algo que le interese o le sorprenda. Por ejemplo, además de la Lindo, esta viñeta notable de Forges que les dejo aquí abajo.)
Hoy sigue el sol castigando a base de bien, y he leído un álbum sorprendente (Tres veces uno, de Gabrielle Piquet), liviano, que adapta tres relatos de Tonino Benacquista con una refrescante falta de pretensiones. Es un libro que sorprende porque, siendo adaptación literaria, echa mano de muy pocas palabras y resuelve la narración de manera visual; doble sorpresa, por cierto, ya que la peripecia de los tres cuentos no es en absoluto cinemática y sí propicia al tono reflexivo. Es un trabajo sorprendente porque se lee con una sonrisa, porque hay una cierta amargura de fondo que no desagrada y más bien añade textura al tono ligero del conjunto. Es un álbum que sorprende por el registro gráfico, minucioso en su aparente sencillez, de una expresividad que arrastra: hay algo en esa línea pura que rescata, recupera el espíritu de Sempé. Lo edita La Cúpula y no es mala lectura para una tarde calurosa de verano.
Y, esta mañana, he leído también una columna emocionante de Elvira Lindo, que sigue haciendo sus mejores textos los domingos. (Puf... los periódicos del domingo en verano, ese erial: uno tarda tiempo en hojear con desgana y, con suerte, encuentra algo que leer, algo que le interese o le sorprenda. Por ejemplo, además de la Lindo, esta viñeta notable de Forges que les dejo aquí abajo.)
Suena DJShadow mientras espero un ratito antes de ponerme a hacer la comida y bajar todas las persianas de la casa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario