Y, sin abandonar la ciénaga, y como cada cierto tiempo, tropiezo con el señor Tertsch en la televisión de Madrid. Y las bombillas de Sebastián (que vaya tipo, por cierto: de traca) sirven de burla, pero el apocalipsis contra el castellano, el apocalipsis según De Juana (que, a ver, es que sale a la calle porque termina su condena y no hay otra opción, ¿no?), el apocalipsis orquestado por Solbes... el apocalipsis, en suma, socialista (y cuando pronuncia la palabra, "socialismo", se le avinagra el gesto más aún, y uno casi está por decir que hará luego gárgaras para arrancarse el mal sabor de boca).
No puedo, señores: me repugna, me repele, me enerva.
No puedo, señores: me repugna, me repele, me enerva.
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