Mi amiga M diferencia siempre entre lo que ella entiende por iglesia y la Iglesia, y no es la única que lo hace: una cosa es la gente que se lo curra aquí o en Ruanda (por un poner), a pie de calle, lleven o no hábito. Otra muy distinta es, ya saben, los purpurados, los que se mueven a un palmo del suelo y hablan de moralidad y ética y pureza, los que invierten en bolsa y chanchullean terrenos y amenazan con el fuego del infierno y sacan a las masas pías a la calle contra el gobierno de turno (que nunca es, por cierto, el gobierno de quien los apoya, de los bien peinados).
Este hombre también lo explica bien.
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