El domingo se va moviendo despacio y hay que ver qué hora es ya... Pensaba leer un rato, y votar en la primera ronda de los premios del Saló, y pensaba escribir aquí de un par de cosas (8 de marzo, ya saben... y ese lío absurdo de unos toreros que devuelven un premio porque se lo dan este año a otro torero más guapo, qué despropósito), pero todo me da hoy un poco de pereza... Será el sol.
Una colada ya hecha, música suave de fondo con su punto de amargor (Beth Gibbons). Y me animo, a ver, que son cuatro letras. Hoy, en un telediario, una de esas señoras que fueron pioneras en asumir una tarea considerada masculina cuando las noticias todavía se daban en el NODO, ha dicho una cosa que me ha llamado la atención y que hay que aplaudir: hablando de la discriminación positiva y de los bajos porcentajes de mujeres en puestos altos ha dicho que sí, que estaría mal ascender por el mero hecho de ser mujer y con independencia de la valía... pero que habría que empezar a considerar cuántos varones hay ahí arriba perfectamente inútiles para el puesto y que están ahí por eso, por una mera cuestión genital. Y en cuanto a lo de los toreros... ¿una medalla de las Bellas Artes, es? En su momento, cuando yo era pequeño y Carlos Giménez rechazó no sé qué premio porque se lo habían dado antes a Milton Caniff (cuyo Steve Canyon es tirando a facha, parece), aplaudí y estuve de acuerdo con él por razones ideológicas que hoy, ahora, sé que no vienen al caso. (Seguramente él mismo tampoco haría lo mismo ahora...) Lo de estos dos va por otro lado, y me parece hasta ridículo. (Claro que también me lo parece el hecho de que se otorguen esos galardones por parte del Ministerio de Cultura a un torero, sea o no guapo, le guste o no mancharse de sangre. A ver si empiezan a dar premios también a los mejores albañiles, que también podrán alcanzar la excelencia en su oficio, digo yo... y hasta ponerse muy zen antes de enfrentar cada faena.) Devuelven la medalla... pues bueno, pues vale, pues me alegro. A otra cosa, ¿no? Algo que importe.
Eso. La cena, por ejemplo. Ensaladita. Lechuga, tomate, atún, cebolleta picada, algunas aceitunas. Lo que importa, en fin.
Una colada ya hecha, música suave de fondo con su punto de amargor (Beth Gibbons). Y me animo, a ver, que son cuatro letras. Hoy, en un telediario, una de esas señoras que fueron pioneras en asumir una tarea considerada masculina cuando las noticias todavía se daban en el NODO, ha dicho una cosa que me ha llamado la atención y que hay que aplaudir: hablando de la discriminación positiva y de los bajos porcentajes de mujeres en puestos altos ha dicho que sí, que estaría mal ascender por el mero hecho de ser mujer y con independencia de la valía... pero que habría que empezar a considerar cuántos varones hay ahí arriba perfectamente inútiles para el puesto y que están ahí por eso, por una mera cuestión genital. Y en cuanto a lo de los toreros... ¿una medalla de las Bellas Artes, es? En su momento, cuando yo era pequeño y Carlos Giménez rechazó no sé qué premio porque se lo habían dado antes a Milton Caniff (cuyo Steve Canyon es tirando a facha, parece), aplaudí y estuve de acuerdo con él por razones ideológicas que hoy, ahora, sé que no vienen al caso. (Seguramente él mismo tampoco haría lo mismo ahora...) Lo de estos dos va por otro lado, y me parece hasta ridículo. (Claro que también me lo parece el hecho de que se otorguen esos galardones por parte del Ministerio de Cultura a un torero, sea o no guapo, le guste o no mancharse de sangre. A ver si empiezan a dar premios también a los mejores albañiles, que también podrán alcanzar la excelencia en su oficio, digo yo... y hasta ponerse muy zen antes de enfrentar cada faena.) Devuelven la medalla... pues bueno, pues vale, pues me alegro. A otra cosa, ¿no? Algo que importe.
Eso. La cena, por ejemplo. Ensaladita. Lechuga, tomate, atún, cebolleta picada, algunas aceitunas. Lo que importa, en fin.
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