John Varley escribió La persistencia de la visión, que se desarrolla lejos de las llanuras marcianas, en una colonia de sordociegos, y habla de cosas que dejan una huella profunda. Ursula K. LeGuin escribió El diario de la rosa, cuya lectura provoca un nudo en la garganta. John Crowley escribió Magna obra de tiempo, que es una fantasía hermosa y cuajada de imágenes inolvidables, majestuosas. Stephen Baxter habló de la muerte de las estrellas en un breve relato que narraba una relación accidentada de una madre y su hija, y las estrellas morían una tras otra, literalmente morían. Una niña desplazada, empotrada en una familia que no era la suya, paseaba por la superficie cristalizada provocada por las pruebas nucleares de Los Alamos en The green glass sea, un delicado relato que fue luego novela y que firma Ellen Klages, narradora de infancias turbadoras.
Hay cielos tan cercanos...
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