Extraño fin de semana...
El sábado se inició con una mala noticia. La noche del viernes fallecía una conocida, alguien con quien trabajé durante un tiempo, una mujer vital que tropezó con uno de esos cánceres que no dan la cara hasta que te han minado de manera minuciosa e irreversible las entrañas. No fue una muerte inesperada, claro: se veía venir, era cosa de días. Pero fue una muerte triste, de las que te dejan con las defensas emocionales a cero. Porque la vida había sido con ella mucho, mucho más cruel de lo que fue la enfermedad. Porque había peleado, sin agachar la cabeza, contra muchas cosas. Porque sacó adelante a sus hijos a pesar de un padre, de un divorcio, que en fin... Porque tuvo uno de ellos un accidente terrible, de mucha gasolina ardiendo y mucha piel abrasada, y consiguió que lo superara a fuerza de cariño y puro nervio. Porque entraba y salía de diferentes contratos de mierda, pero había conseguido ya una mínima estabilidad laboral... y de pronto, una prueba, resultados que no encajan, abrirla con la esperanza de y cerrarla sin hacer nada, sabiendo que no había nada que hacer salvo esperar. Y la rápida cuesta abajo. Y la muerte.
La mañana fue triste, sí... y el viento helado y el cielo gris no ayudaron.
Por la noche, sin embargo, la nieve creó, durante unos minutos, un paréntesis cuajado en blanco, una suspensión del tiempo, un ensayo de ensueño poroso y casi mágico... Copos como puños, calles de cristal algodonoso y, desde el coche, en una acera, una muchacha vestida de novia caminando a buen paso, cuesta abajo: un fantasma, una canción, una de esas imágenes imborrables con las que alguien querría hacer poesía, cuando es su pura carnalidad la que esconde toda la poesía del mundo, toda esa poesía que no puede atraparse en palabras.
(El domingo no existió, casi: el domingo trabajé.)
8 comentarios:
magnifico post. siento lo de tu amiga.
rafa
bonito y triste texto de despedida,
lo siento
un saludo
Lo siento amigo...
Gracias...
Ah, por cierto. Aviso a navegantes: pinchen aquí arriba, que los blogs de Caboblanco y Rafa no son moco de pavo. Echen, echen todos ustedes un ojo...
(Y, Álvaro... ¿para cuándo la puesta en marcha de la web? Que uno sigue mirando de cuando en cuando y...)
Lo siento. El azar de la vida a veces se ensaña, y no deja ni levantar cabeza... Hay que desearse suerte.
Un saludo.
Bien describe lo de la cuesta abajo.
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Casualidades: acaban de notificarme la muerte del padre de una amiga. El cáncer, también, esa especie de demonio que se abre paso cercenando vidas.
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