domingo, 4 de mayo de 2008

los deberes

Estos días he podido ver algunas cosas que tenía pendientes y que les paso a contar, no faltaba más.

Primero, Jekyll, una serie de seis episodios, inglesa y sobre guiones de Steven Moffat (este hombre sí que sabe), que retoma el mito de Hyde y su mitad oscura, lo actualiza y demuestra que con inteligencia y talento se llega a todas partes. Aquí la emitirá, parece, Cuatro. (Como curiosidad: Moffat es el guionista del Tintín de Spielberg.) Yo he disfrutado cada una de las entregas; estén atentos a sus pantallas.



Luego, Persépolis, la adaptación de la obra de Marjane Satrapi. En su momento me apeteció verla, pero ya me conocen: me da una pereza infinita ir al cine ya, y siendo una película no norteamericana sabía que no tardaría en llegar la edición del DVD. ¿Qué les puedo decir? Como imaginaba, me ha gustado. Y me ha gustado mucho. Me ha gustado la aparente simplicidad con que el apartado plástico se ha resuelto, respetando el estilo de la dibujante pero sin someterse a él. Me ha gustado mucho cómo se ha construido el guión, y me ha encantado la interpretación de los personajes (su expresividad, en lo gráfico, y los doblajes: la vi en francés, claro; con sus subtítulos). Además, a qué negarlo, me ha encantado que no sea larga. ¡Se pueden hacer películas de hora y media, señoras y señores, y aquí tienen una prueba!



Otra cosa muy diferente me ha ocurrido con 300, que me ha parecido larga en exceso, tediosa en algunos tramos, pretenciosa y muy, muy plana: John McLane tiene mucho más carisma en camiseta que los 300 espartanos juntos, depilados o no. Al director alguien debería explicarle que la cámara lenta sirve para lo que sirve y para cien cosas más que no se han probado aún, pero que su abuso neutraliza su posible efecto y hasta su efectismo, y lastra la película. Ya he dicho muchas veces y en muchos sitios que no entiendo un diseño de producción empeñado en mimetizar no ya un estilo gráfico, sino cada viñeta del álbum. Un diseño de producción que parece haber olvidado todo lo demás, como una ambientación, unos decorados; da la sensación de que, si Miller no lo ha dibujado, en la peli no sale. Del argumento no hablo, aunque hay una glorificación de ciertas actitudes que me produce una cierta repugnancia, pero está en el tebeo y está, imagino, en la historia original. Ahora, del guión... No sé, yo no me suelo fijar en estas cosas, se me engaña con mucha facilidad: fíjense cómo soy, que una de mis películas favoritas es El quinto elemento. Y hasta Resident Evil me gusta. Pero, a ver... si la historia nos la cuenta el espartano tuerto, testigo de excepción (y responsable de esa voz en off insufrible que puede funcionar en una historieta, pero no lo hace en la pantalla), ¿por qué narra cosas que no ha visto, todo lo que ocurre con la mujer de Leónidas? Porque su punto de vista es el nuestro siempre... y él no estaba allí.

Que no, que no me ha gustado. ¡Y son dos horas de película (que, igual con menos secuencias superfluas en cámara lenta hubieran quedado en una más digerible hora y media...)!


Les dejo ahora con algunas cositas de Jekyll por aquí abajo para abrir boca. Disfruten.








2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡A mis brazos, otro ateniense!!!!

Conste que Jekyll lo descubrí yo :)
RM

fcnaranjo dijo...

Que conste en acta, sí...