indignados

Saltó la liebre hace poco: la Stone (que está tan guapa que uno no sabe ya si no será un efecto digital de última generación) dijo en voz alta y donde se la podía escuchar que el terremoto terrible igual era un problema de mal karma por lo mal que los chinos tratan a lo tibetanos. Y, más allá de la solemne estupidez que denota el concepto mismo, con independencia de lo impropio de decir cosas así de tontas y malintencionadas en voz alta, y dejando aparte la mala hostia que a los chinos en general y a su gobierno en particular les ha provocado la boutade (que no lo era, pero bueno...), la cosa no es más que la punta de un iceberg acomodado y bien alimentado. Hoy mismo leía, ya no sé dónde, que si Clooney y Spielberg, que si Gere (no podía faltar); que si Darfur, que si la política china poco respetuosa con los derechos humanos... ya se hacen una idea, ¿verdad? Pero a mí se me llevan los demonios viendo a todos estos biencomidos levantando la voz por los abusos de un gobierno lejano, cuando el suyo propio, el de su país, tiene abierto el campo de concentración de Guantánamo a unas pocas millas de Miami, ahí al lado; cuando su gobierno, tan respetuoso, dicen, con los derechos humanos, no tiene problemas para justificar la tortura cuando les conviene, cuando se niegan a firmar tratados internacionales de desarme, cuando tienen el honor de estar en la misma lista que China, mire usted qué cosa curiosa, de países que aplican todavía algo tan lamentable y atroz como la pena capital. Ah, sí, que son budistas, que toman el vermú con el Dalai Lama, que no es lo mismo, claro, la amenaza terrorista... No es lo mismo, no. Y a lo mejor la Stone tiene ahora problemitas con sus contratos publicitarios, ay... Qué injustos, los chinos...