Un día largo, con sus ratos buenos (y muy buenos), con el desayuno de porras frías y café con sabor a tierra, con el periódico leído a trancas y barrancas, con idas y venidas inesperadas, con ese rato para comer en buena compañía, con la acera de sol para fumar y charlar.
Un día largo que se acaba ya, ahora, en cosa de diez minutos. Mientras el oso de peluche vigila desde la silla, parapetado tras la torre de libros por leer.
Estamos en agosto, ¿verdad? Sí, sí... agosto ya. Y, en el camino de vuelta, en la esquina del Botánico, un puñado de gatos callejeros: grandes y pequeños, delgados, nerviosos, descarados.
Buenas noches...
Un día largo que se acaba ya, ahora, en cosa de diez minutos. Mientras el oso de peluche vigila desde la silla, parapetado tras la torre de libros por leer.
Estamos en agosto, ¿verdad? Sí, sí... agosto ya. Y, en el camino de vuelta, en la esquina del Botánico, un puñado de gatos callejeros: grandes y pequeños, delgados, nerviosos, descarados.
Buenas noches...
1 comentario:
No sabes lo que daría por un desayuno con unas porras, que por aquí ni de coña :-(
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