Llovió de nuevo anoche y, como casi siempre que llueve, el portero automático se jodió, y a partir de las dos de la mañana ha estado aullando cada poco, arrancándome del sueño periódicamente.
Por lo demás, bien: entra fresquito por las ventanas abiertas, aunque hay un reducto de bochorno que se resiste a abandonar la casa... Otoño, en fin.
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