lunes, 2 de agosto de 2010

Yo ya sé que el señor Marías piensa como piensa, y además me parece muy bien que lo exprese públicamente, que para eso es quien es y tiene la posibilidad de hacerlo. Y ustedes ya saben que a mí sus libros, en general (y salvo más de una excepción que se me atragantó, me pasa con muchos a los que por lo demás sigo o admiro), me gustan, como me gustan algunas de las cosas que dice. Pero no otras. Y ayer, en su columna semanal, se despachó con su habitual elocuencia y en esa línea suya tan particular de libertarian aristocrático. Y quiero pensar que cuando escribía atacando a quien propone la prohibición de los anuncios de prostitución en la prensa, no sabía aún que la red de explotación de mujeres que se ha desarticulado estos días controlaba un tercio de esos anuncios, precisamente. Como quiero pensar que esa mención a una prostitución hipotética, voluntaria o elegida, de mujeres que prefieren alquilar sus cuerpos que fregar suelos (la imagen y los términos en que se expresa son del señor Marías, no míos), de señoras que libremente optan por vender sus favores sexuales en lugar de ejercer otras ocupaciones laborales más "duras"... que es una imagen a lo mejor irónica, no sé. Porque no puedo imaginar que alguien tan sensato y adulto y culto como el señor Marías de verdad crea que, de existir la encarnación de ese pobre cliché, se anunciaría en esas breves y sórdidas cuadrículas de papel, y en esos términos. Y me cuesta creer que de verdad el señor Marías no es capaz de ver en la propuesta de eliminar de los medios escritos esos anuncios una herramienta para luchar contra determinadas mafias que explotan sexualmente a unas señoras contra su voluntad y que se enriquecen a su costa y que las tratan como a mercancía. Si de verdad únicamente es capaz de ver en esa propuesta un afán prohibicionista, un intento de retornar a la censura franquista y un nuevo paso en la deriva totalitaria de nuestras sociedades occidentales... es que el señor Marías no ha entendido nada, o ha perdido definitiva y completamente la cabeza.


(En otro orden de cosas, la película de la que habla se tituló en español Radio encubierta, la firma Richard Curtis y no es, en efecto, su mejor título, pero tampoco tiene tan mala pinta, caramba...)

1 comentario:

ed dijo...

coincido contigo, la columna me pareció de una furia desenfrenada y poco falta de sentido común, ya que se olvida que esto a lo que él (y prácticamente todos los medios) se refiere como CENSURA (y FRANQUISTA!) es y fue desde un principio: una INICIATIVA POPULAR, un uso democrático básico que se utiliza muy poco, lementablemente.
De ahí a tildarlo casi, de prohibición dictatorial... un trecho.