Bueno, les dije que algo contaría de estos dos días, pero fueron eso, apenas dos días; poco se puede elaborar al respecto, dado que a lo que fui era a relajarme un poquito, a saludar a la gente de por allá, a respirar, a mirar otro cielo más gris y con otro sabor. Y por cierto que el gris del cielo no faltó: llovió, de manera intermitente pero entusiasta, durante la noche del jueves y todo el viernes, si bien importó muy poco: el paseíto mañanero por la zona más vieja, alrededor del Ayuntamiento y hasta casi la estación de autobuses, no me lo quitó nadie. Luego, los bares y la carpa de las Jornadas y los restaurantes y los hoteles están también en esa misma zona y se llega rápido de un sitio a otro.
¿Qué les cuento de nuevo? Que la expo de Duncan Fegredo era deslumbrante. Que había un ilustrador norteamericano con aspecto de hobbit suburbial y turbio pasado callejero que dio buenos momentos. Y había autores venidos de todas partes por su cuenta y riesgo: incluso un editor de Marvel, que se buscó las mañas para poner a sus jefes como excusa que venía a la caza de talentos (con alguno habló, y es probable que se volviera con más de una carpeta debajo del brazo). Que D'israeli habla por los codos y tiene un misterioso concepto del glamour a la hora de combinar colores en su vestimenta. Que Steve Dillon no decepciona: es un tipo de hablar monocorde, con mucho acento de pub y aire como de extra de Café Irlandés (la película, ya saben); y con mucha guasa. Que Alan Davis sí sorprende un poco, con su presencia de abuelote canoso. Que andaba por allí Milazzo, también, además de otros muchos. Que vi a Emma Ríos, estilosa e hiperactiva, una señorita que resulta que se marcha a Kyoto con el asunto de Linguacomica2008 y cuyo trabajo tiene mucha fuerza: no la pierdan de vista, estoy seguro de que dará mucho que hablar.
Que vuelvo con la sensación de haber estado mucho tiempo lejos, pero me fui el jueves, ya lo saben, y ayer cené ya en casa. Cosa de los viajes, que me descolocan el condensador de fluzo y así acabamos, desorientados. Y que, bueno, qué quieren que les diga: merece la pena acercarse por allí. La ciudad (la parte que conozco) es bonita, con su aire un poco decadente y su piedra musgosa: es un gusto pasear sus calles, sus soportales. Y la gente, mi gente... pues eso, es mi gente.
(La fotografía, por cierto, es de Diego, traductor e intérprete estrella, que tenía en su habitación el tomo de Zot! y no me lo enseñó para no hacerme de rabiar, que a mí no me ha llegado aún...)
¿Qué les cuento de nuevo? Que la expo de Duncan Fegredo era deslumbrante. Que había un ilustrador norteamericano con aspecto de hobbit suburbial y turbio pasado callejero que dio buenos momentos. Y había autores venidos de todas partes por su cuenta y riesgo: incluso un editor de Marvel, que se buscó las mañas para poner a sus jefes como excusa que venía a la caza de talentos (con alguno habló, y es probable que se volviera con más de una carpeta debajo del brazo). Que D'israeli habla por los codos y tiene un misterioso concepto del glamour a la hora de combinar colores en su vestimenta. Que Steve Dillon no decepciona: es un tipo de hablar monocorde, con mucho acento de pub y aire como de extra de Café Irlandés (la película, ya saben); y con mucha guasa. Que Alan Davis sí sorprende un poco, con su presencia de abuelote canoso. Que andaba por allí Milazzo, también, además de otros muchos. Que vi a Emma Ríos, estilosa e hiperactiva, una señorita que resulta que se marcha a Kyoto con el asunto de Linguacomica2008 y cuyo trabajo tiene mucha fuerza: no la pierdan de vista, estoy seguro de que dará mucho que hablar.
Que vuelvo con la sensación de haber estado mucho tiempo lejos, pero me fui el jueves, ya lo saben, y ayer cené ya en casa. Cosa de los viajes, que me descolocan el condensador de fluzo y así acabamos, desorientados. Y que, bueno, qué quieren que les diga: merece la pena acercarse por allí. La ciudad (la parte que conozco) es bonita, con su aire un poco decadente y su piedra musgosa: es un gusto pasear sus calles, sus soportales. Y la gente, mi gente... pues eso, es mi gente.
(La fotografía, por cierto, es de Diego, traductor e intérprete estrella, que tenía en su habitación el tomo de Zot! y no me lo enseñó para no hacerme de rabiar, que a mí no me ha llegado aún...)
2 comentarios:
Anda! Pues fue una pena no haberse conocido en persona. Para otra ocasión.
Otra vez será, sí. (Me pareció verte con Gallardo así como lejos alguna vez... pero tampoco estuve más que día y medio.)
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