domingo, 7 de septiembre de 2008

The New Yorker & Ana Juan








1 comentario:

AnnieChristian dijo...

¡Auténticas maravillas!

En Avilés en los ochenta había un local de copas llamado Dulcinea decorado con enormes cuadros de Ana Juan y Javier de Juan, siempre soñé con robarlos :-)

El sitio tenía su miga, había sido en sus tiempos un prostíbulo y más tarde uno de los pocos lugares donde escuchar música "moderna" -inglesa, americana- durante la dictadura de Franco. Claro que yo sólo sé de eso por los mayores.