Amanece despejado por aquí, por la ventana abierta se cuela el fresco matinal. Solbes, en la tele, con su tonillo de Profesor Siesta. En cuenta atrás.
La semana que viene voy a tener que poner un cierto orden en los días: lecturas, escrituras, visionados... Hay un par de historias en las que ando enredado y que si no empezamos a poner sobre papel no va a haber manera de que terminen de cuajar. Hay una pila de libros en espera (y esto incluye cosas como Príncipe Valiente o Terry and the pirates), y además me apetece releer algunas cosas. Hay unas cuantas películas que tengo pendientes (las dos del señor Eastwood sobre Iwo-Jima, Love actually, Steamboy, Mataharis, Inland Empire...), y están las series: la séptima temporada de Las chicas Gilmore (se sorprendieron mucho E y su amiga L cuando se enteraron de que soy bastante fan...), la tercera de Doctor en Alaska, unos cuantos Colombos, ni sé cuántos packs de Urgencias ya...
Dicho así, leído así, de corrido, me da ahora un poco de vértigo. Estoy seguro de que no veré todo lo que tengo pendiente; ni siquiera todo lo que aquí he apuntado. Es muy probable que vea otras cosas: lo que en ese momento me apetezca. Y lo mismo con las lecturas: por muchos meses que lleve el primer Terry esperando ahí, en el montón; por mucho que la biografía de Schulz la tenga a medio leer desde hace ya mucho tiempo, el impulso de un título nuevo, de un autor del que de repente oigo o leo hablar a gente de fiar, el pálpito que una portada o un título puedan provocarme va a tener prioridad. (Porque leer debe ser siempre un placer, algo lúdico... y hacerse el listado de los deberes e ir tachando novelas me parece poco, poco lúdico.)
(De lo otro sí: más vale que me ponga manos a la obra. En cuantito que vuelva. Palabra.)
La semana que viene voy a tener que poner un cierto orden en los días: lecturas, escrituras, visionados... Hay un par de historias en las que ando enredado y que si no empezamos a poner sobre papel no va a haber manera de que terminen de cuajar. Hay una pila de libros en espera (y esto incluye cosas como Príncipe Valiente o Terry and the pirates), y además me apetece releer algunas cosas. Hay unas cuantas películas que tengo pendientes (las dos del señor Eastwood sobre Iwo-Jima, Love actually, Steamboy, Mataharis, Inland Empire...), y están las series: la séptima temporada de Las chicas Gilmore (se sorprendieron mucho E y su amiga L cuando se enteraron de que soy bastante fan...), la tercera de Doctor en Alaska, unos cuantos Colombos, ni sé cuántos packs de Urgencias ya...
Dicho así, leído así, de corrido, me da ahora un poco de vértigo. Estoy seguro de que no veré todo lo que tengo pendiente; ni siquiera todo lo que aquí he apuntado. Es muy probable que vea otras cosas: lo que en ese momento me apetezca. Y lo mismo con las lecturas: por muchos meses que lleve el primer Terry esperando ahí, en el montón; por mucho que la biografía de Schulz la tenga a medio leer desde hace ya mucho tiempo, el impulso de un título nuevo, de un autor del que de repente oigo o leo hablar a gente de fiar, el pálpito que una portada o un título puedan provocarme va a tener prioridad. (Porque leer debe ser siempre un placer, algo lúdico... y hacerse el listado de los deberes e ir tachando novelas me parece poco, poco lúdico.)
(De lo otro sí: más vale que me ponga manos a la obra. En cuantito que vuelva. Palabra.)
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