miércoles, 29 de agosto de 2007

adiós a Marte

Tras el breve viaje en el ferry, y desde la también breve sombra de Fobos y Deimos, rostros del miedo, el volumen mate del crucero Bowman es casi un anticlímax; gris, casi trivial en su envergadura colosal, en su funcionalidad nada poética...


Atrás queda Marte, sus colinas, su arena roja, sus horizontes difuminados en púrpura, la sombra de un Barsoom que fue, quizá, pero que no es ya, ni puede serlo. Atrás quedan los canales, atrás los platillos volantes y sus bases, atrás las ruinas de tiempos lejanos, atrás los guerreros fieros de cuatro brazos.



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