lunes, 20 de agosto de 2007

canales...

Pienso hoy, esta noche que imagino tumultuosa, de viento tristón y desapacible, de nubes encendidas de naranja, en este Marte que se despliega desde el mirador de la Base Bradbury, en este Marte rojo y turbio... Y pienso, con nostalgia, en los otros Martes que he conocido, Martes antiguos, de sabor añejo, de olor a papel viejo.

Marte, Marte... Vida en Marte,
Is there life on Mars?, La Guerra de los Mundos.

Y los marcianos.




Antes de Burroughs, Marte era Wells y los trípodes, el rayo calórico, la hierba roja, Londres en poder de los marcianos. Recuerdo la película clásica, con sus colores de celofán y sus alienígenas de goma negra. Recuerdo la novela, los tebeos de la Marvel que jugaron a continuarla (Killraven: Adams y Craig Russell, pero también Trimpe...). Recuerdo la adaptación musical de Jeff Wayne, que compré en su versión española y recuperé, más tarde, en su versión original, y que ahora ni sé dónde está, hay que joderse... Y recuerdo a Moore y sus Extraordinarios Caballeros, ese pastiche espléndido que se movía en el segundo plano de los acontecimientos que narrara Wells.




Luego, Marte tuvo que ver con Burroughs, pero mi encuentro con él fue accidentado y poco afortunado. De John Carter y su Barsoom supe más siempre por referencias y citas e informaciones de segunda o tercera mano que por experiencia directa. Y de repente llegó a mis manos un fanzine que reproducía, en traducción de Rafa Negrete (y con ilustraciones suyas, si mi memoria no me falla), uno de los libros originales, y lo compré con un cierto vértigo. La lectura pudo conmigo: era un horror. (Hoy, sospecho que había menos culpa en Burroughs que en el traductor... aunque aquél no haya sido nunca lo que se dice un estilista...) Una vez vacunado, llegué a entender que la poesía de ese mundo estaba mejor reflejada en la obra de Frazetta o Krenkel que en las propias novelas de Burroughs, de la misma forma que Conan es más Conan cuando lo dibuja Buscema con entintado de Alcalá que cuando uno lee los relatos originales...

Y mucho, mucho después, Marte fue
Bradbury: Crónicas marcianas. Los marcianos que se asoman al borde del canal para descubrirse a sí mismos reflejados en el agua... para descubrir que son ellos mismos los marcianos. La nostalgia tremenda, agridulce. (Y Marte fue, casi a la vez, Parade y sus canciones... pero de esto ya les he hablado.)



Hoy, Marte es una canción, y una manera de entender lo cotidiano. Y la melancolía de paisajes no contemplados... Y un cuento maravilloso de John Varley. Y tres novelas excelentes de Kim Stanley Robinson.

Y la sombra de un dirigible en la arena roja...

4 comentarios:

maria josé dijo...

Lo que yo le diga: esta ventana me encanta.
Estas crónicas también.
Besos!!

fcnaranjo dijo...

Gracias!

:-)

PAblo dijo...

Espero que no nos resfriemos...
;-D

fcnaranjo dijo...

No tengo ninguna intención... (Y eso que aquí, en Marte, hace un frío de pelotas. Ejem...)