Te cito, creo que no te importará.
Regresé al inmenso Panteón Dolores de la Ciudad de México para volver a
encontrar lo que queda de una de las mujeres más importantes de mi vida.
Nunca la conocí, pero hace muchos años le prometí, en el mismo lugar
(entonces menos cuidado y adecentado), que contaría su historia. Que os la
contaría a los amigos. Al final se la estoy contando a muchos miles, mejor.
Regresé para decírselo y darle las gracias. Era octubre, de mañana y lucía
el sol.
Me temo que no me porté como un hombre , lloré.
Abajo está la fotografía, la lápida de Tina. Y de repente, contemplándola, su presencia, lo que de ella sabemos gracias a ti, se hace fuerte, sólido. Casi puedo ver su fantasma: fuma con elegancia de película de los 40, el flequillo se le ha desordenado un poco.
Conocerla a través de tus ojos y de tu manera de entenderla ha sido un privilegio, y es un privilegio que hayas querido contarme, compañero, este breve epílogo soleado.
Buen viaje: sé que vas a Lucca, sé que firmarás ejemplares de la edición italiana de Modotti. Buen viaje.
1 comentario:
Chapeau
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