sábado, 10 de junio de 2006

EN MI NOMBRE, SÍ...

Hoy hay fiesta en la Plaza de Colón. De las de mucha bandera rojigualda y mucha encendida consigna. De las de guerra de cifras.

Esta tarde.

Espero que, cuando salga del trabajo, la cosa esté despejada. Que no se hayan bajado hasta Atocha en su retirada entusiasta.

No, por nada: no me gustaría mezclarme con ellos. No querría que alguno, entre ellos, pudiera pensar que estoy de acuerdo con sus consignas y su conspiranoia guerrera y revanchista.

A lo mejor porque soy muy mío. Vaya a saber...

Pero sí querría que quedaran un par de cosas claras. También yo, como todos, quiero saber toda la verdad del 11-M. La diferencia es que no tengo una versión en la que quiero que encaje, a la fuerza, lo que los jueces digan. La diferencia es que, con sinceridad lo digo, la verdad se debe parecer mucho a lo que los jueces han dicho ya...

Y yo sí creo que para acabar con el terrorismo hay que sentarse a hablar. Con quien sea, con quien haga falta. Guste o no. Pero hablar, dialogar, negociar.

En mi nombre, sí. También en el mío.

Y yo no quiero tener nada que ver con la gente que insultaba a la Manjón a la entrada de la investigación parlamentaria (esa en la que Zaplana y Pujalte se pasaron los días descojonándose de risa). No quiero tener que ver nada con quien le gritaba, al entrar, que se metiera por el culo sus muertos...

Yo, qué quieren, no quiero que nadie me confunda, ni por un momento, ni siquiera por accidente geográfico, con ninguno de ellos. (Y sé, que quede claro, que mucha gente irá de buena fe; y muchos de los que se amontonen hasta lo imposible en los metros cuadrados de la plaza para que quepan tantos millones, sé que no tendrán que ver, en lo moral, con la gentuza que convoca. Pero... por si acaso.)

13 comentarios:

Octavio B. (señor punch) dijo...

Sin comentarios, pero con una cita:

A TODO ESO YO DIGO SÍ
(de Thor el poderoso, el de rubias melenas,en numerosos tebeos de ésos en los que a veces, viendo la realidad, le gustaría a uno perderse)

Anónimo dijo...

Y para colmo... lo bien que escribe ustted, compa.
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maria josé dijo...

Sólo decirte que estoy de acuerdo contigo.Y que es cierto lo que te ha comentado Jesús cuadrado.
Y sí, a veces le gustaría a una perderse...

Anónimo dijo...

Es más fácil, ¿verdad?

Taparse los oídos.
Vendarse los ojos.
Escorar la mirada.

Siempre es más fácil.

Sobre todo cuando no se han dejado piernas o brazos o hileras de vida próxima y fresca por la carretera.

Siempre fue más fácil mirar las cosas desde la protectora y protegida distancia.

Y más cómodo, claro.

fcnaranjo dijo...

No soy yo quien se venda los ojos. He visto las imágenes en la televisión, en los periódicos: la mayoría de los que estaban ayer en Colón sí los llevaban vendados. Sí que únicamente parecían querer ver, escuchar, decir... lo que a algunos interesa.

Desde la distancia, a lo mejor, pero no puedo evitar sentir lo que siento: NO QUIERO MÁS MUERTOS. Ni más piernas o brazos desgajados en el camino... Yo, como muchos, no quiero más muertes... Y no entiendo que haya quien anteponga revanchas, venganzas o intereses electorales a la posibilidad (por remota e incierta que sea) de que no haya más muertos.

A eso se reduce la cosa, creo.

Con todo respeto, señor P.

Anónimo dijo...

No se trata de venganza, señor Naranjo.

Se trata de Justicia.

Ni se trata de paz.

(Porque nunca hubo guerra).

Se trata de dignidad.

De valores morales (tan poco, cobardemente, en boga)

Se trata de DECENCIA.

Anónimo dijo...

Y, perdone, pero no sé qué detesto más, si el tinte partidista de ayer o el ansia desaforada de este señor (el que dice que rige el gobierno) de colgarse la medallita meritoria a costa de lo que sea y de quien sea.

Pues mire usted, no.

A costa de lo que sea y de quien sea, NO.

Un NO rotundo.

Y no me venga con la generosidad, que me provoca náusea.

Ya fueron de sobra generosos los que dieron miembros de sus cuerpos, carne de sus carnes y hasta vidas de sus vidas.

fcnaranjo dijo...

La revancha de quien perdió unas elecciones.
La venganza (yo lo llamo venganza, cuestión de miradas, o de interpretaciones) de quien querría ver muerto a quien mató a alguien cercano. Sentimiento comprensible, y hasta respetable... Tan comprensible que, justo por eso, quien administra justicia son los jueces, no las víctimas.
Los valores morales... resbaladizo terreno. No veo nada inmoral en querer evitar la posibilidad de más muerte, de más dolor... Una cuestión, otra vez, de miradas.
En cuanto a la decencia... bueno, son opiniones, nuevamente.

(Y dignidad... no es un vocablo que case bien con el señor Alcaraz... pero eso sería otra discusión. Volvemos al principio: partidismos y elecciones perdidas. Y disculpe si le parece que banalizo o simplifico: yo soy así; siento lo que siento, pero casi siempre quito a los asuntos hierro cuando escribo.)

Anónimo dijo...

Se explica usted con nobleza amigo JJP pero, mucho me temo que en las duubitativas, retóricas y mudables razones del Don Mariano pesen más los sentimientos partidistas y el temor de perder la "bolsa" de votos propia y el ánimo de menoscabar la ajena.

Por otra parte, habría que pensar en las posible víctimas futuras también con nobleza y dignidad.

Quizá, a pesar de todo(s)se consiga.

maria josé dijo...

Es más fácil, pero no es posible. Ni desable. No se pueden cerrar los ojos, aunque a una le gustaría no tener que ver ciertas cosas, que no ocurrieran. Y que no haya nadie intentando crear crispación, que es lo que está ocurriendo, desgraciadamente. Y me gustaría no tener que ver (que todos lo estamos viendo) cómo hay gente que utiliza con fines no loables el dolor de los demás. El dolor respetable por sobre todas las cosas. Y me gustaría no tener que ver cómo a algunos se les pondrá una sonrisa de satisfacción al creer que ese dolor les va a ser útil de alguna manera. El dolor no debe ser útil para nadie. Si acaso, para darse cuenta de que la vida y la paz son lo primero. Eso no se consigue con revanchas.

Octavio B. (señor punch) dijo...

La solución está en el diálogo, y en tragar por cosas que no gustan. Solución a una situación insostenible.
No me gusta que, lo digo con respeto, nadie se erija defensor de los dolidos y me señalen (es un decir, nadie lo ha hecho, ojo) como el otro lado, el seguro y cómodo.
Yo soy Punch, un muñeco, un abstracto, y nadie sabe en este foro si Octavio, que soy yo también, no ha perdido a un hermano en un atentado en los ochenta. Nadie
Ni si eso jamás ocurrió y es una mentira.
ese es el filo, doble. pero también la virtud:
Porque en la red se defienden conceptos, no vale de nada ponerse de ejemplo ni señalar.
Yo, punch, abstracto, estoy por la palabra, por la paz, no por el tiro. Punch como ética independientemente de mis circunstancias reales y sólidas (que pasan por muchos traumas, aunque en verdad no por el del terrorismo)
Y si Zapatones (igual que le pasó al leporino) se encuentra de bruces con una tregua, debe, en nombre de TODOS buscar cauces, aunque la herida esté abiertísima y el alcohol escuaza y queme.
Pienso, vamos.

Anónimo dijo...

Yo es que este asunto no lo veo nada claro, la verdad.

Por un lado, parece claro que la solución al conflicto, de haberla, pasa por el diálogo y la negociación (la otra opción es esperar a que los terroristas se aburran de matarnos y cejen en su empeño, pero eso ni es una solución ni es nada, claro).

Por el otro, parece claro, también, que jamás debiera cederse ante el terrorismo, en nada, por cuanto se sienta así un peligroso precedente y se lanza un mensaje más peligroso todavía: si te llevas varias décadas matando indiscriminadamente a gente inocente luego tendrás derecho a conseguir un par de cosas en las oportunas negociaciones. Y claro, sin ceder en nada, a ver cómo demonios se dialoga y se negocia.

Total, que al final va a ser que el asunto no tiene solución.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Pero al menos, usted, Alfred, piensa con la cabeza.

No con el hígado o con la ingle o con la minúscula y ridícula expresión del acrónimo de un partido político.

Sin simplificaciones que caben en un frasco de crital.

Piensa ponderando.
Sin vendarse nada.

Y llega a la misma conclusión:

¿Hacía falta esperar al millar de muertos para plantearse y darse cuenta de que no se desean más muertos?