Hoy he estado curioseando y he descubierto que Luis Alberto de Cuenca tiene libro nuevo en el mercado. Se titula La vida en llamas, y recibió el XXVIII Premio Ciudad de Melilla. Edita Visor en su colección de poesía. En sus páginas, trabajos escritos a lo largo de los últimos nueve años. Algunos están ya en otros libros. Otros no los había leído.
La poesía de este hombre es de las poquitas que sé leer. Es de las que ocultan su fragilidad tras una apariencia sólida, casi cotidiana. Es de esas que se leen como dichas por alguien; no recitadas, ni declamadas, sino justo eso: dichas. Tiene el sabor de la palabra casual, y tiene la belleza del sueño, del recuerdo, de la mirada entrevista al cruzar la calle. Y define un mundo personal, delimita un universo propio que es común a muchos, que comparte ventanales con el mío, con el de muchos. Comparte habitaciones, jardines y bibliotecas. Y videotecas, también. Y héroes. Y anhelos.
Y tiene piezas memorables:
Cruje el vacío
en el silencio blanco
de tu recuerdo.
Más libros. En otro registro, por supuesto. Anansi Boys. Neil Gaiman. Está ya en bolsillo, en una edición asequible. Lo leeré... no sé; antes de que el año termine.
Supongo.
Y más libros aún: se editará en la Semana Negra de este año. Un compilatorio temático en torno al Guernika de Pablo Picasso, como el año pasado se hizo con Salgari y el anterior con Leonardo. Habrá gente de peso en sus páginas. Y, como ya saben ustedes, el volumen se regalará durante la Semana (como el resto de sus publicaciones). Otra pieza efímera de nuestra cultura popular y de trinchera, por así decir. Otro título a perseguir. Y atesorar, una vez se consiga.
Insisto: gente de peso. Y hablo de estética.
_______________________Un ejemplo:
La página es de Marta Cano. A Marta la conocí en Gijón, precisamente. Creo que lo he contado ya en alguna parte. Ella vivió con Ricard Castells, y con él tuve una relación breve y telefónica a raíz del prólogo que escribí para La Expiación, el álbum que, sobre Lope de Aguirre y con guión de Cava, acabó publicando De Ponent. Después de su muerte, cuando empecé a acudir a la Semana Negra, coincidí con ella. Una mujer encantadora, amable, entrañable. La he ido viendo cada año desde entonces. He ido disfrutando de sus trabajos también cada año, en los libros que edita la Semana.
(Lo que me recuerda que no pude ir a la Feria del Libro este sábado pasado y no vi, por tanto, a Ángel de la Calle, que firmaba su Modotti. Sorry, Ángel, me hubiera gustado estar, pero mis horarios, ya sabes...)
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