Los rizos le caen sobre la frente, desordenados. Alguno parece jugar a taparle los ojos.
Cejas pobladas, un leve rubor pecoso en las mejillas.
Y un escote descuidado en el que uno podría sumergirse, suave, blando...
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Sentado a la sombra, mirando cómo el sol blanquea la tarde justo enfrente. Los gorriones huyen a saltitos y el agua de la fuente salpica sin ganas, recoge la luz y la viste de verde oscuro.
El sabor del café y el cadáver frágil de un cubito de hielo en la boca.
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Las olas de primera hora de la mañana vienen cargadas de algas, de espuma. Remueven la arena, huelen a antiguo.
El cielo gris. Un desayuno de café y pan caliente, y mermelada roja.
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o qué sé yo...
3 comentarios:
Esto se llama maestría. Me encanta.
Un beso. Luego lo leeré más despacio.
Enorme post.
Enorme.
Como dijo no-se-quien.
'Nuff said.
Siga por favor no se pare,si señor hay madera. Dagusto leerle nunca me canso y me sabe a poco.un saludo
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