dispersión

Poca actividad por aquí estos dos o tres días, lo sé. Dispersión. No les he contado que vi, después de un retraso imperdonable (porque es para no perdonármelo nunca), Love actually, una película que, desde las primeras secuencias, se convirtió en una de mis esenciales, de esas que uno guarda bien a mano para levantarse el ánimo. Una belleza de guión; ¡y qué bien están todos, pero todos los actores! Qué gusto poder disfrutar de Emma Thompson y de Alan Rickman y de Hugh Grant y de Liam Neeson y de Bill Nighy y... en fin, no les aburro más con esto. Si no la han visto, no me sean tan gansos como yo y corran, háganse con ella.

¿Qué les decía? Sí, dispersión... y algunos deberes, que se me retrasaron por eso, justo: dispersión. Me voy poniendo al día poco a poco mientras la semana se acaba y el final de las vacaciones se va perfilando ya, ahí mismo. A lo mejor llevo dos días escuchando de manera compulsiva a Los Punsetes precisamente por eso, quién sabe.

De lecturas bien, gracias. O regular, en fin, que se me acumulan las cosas: ahí tengo el Café Budapest de Zapico en espera, junto con un buen puñado de cosas más. Pero a eso ya me voy acostumbrando...

Les dejo ahora con una bocanada de buen rollo.