Que les dejo acá unas cubiertas. Son pequeñas piruetas, guiños al lector, joyas arrogantes, lujos de narrador sobrado.
No hablaremos de industria, ni de posibilidades de que este material tuviera en nuestra tierra un público. (O un editor... que lo uno y lo otro van de la mano; o deberían.)
Hablamos de la suerte de poder tener acceso a cosas así, aunque sea en francés. Aunque no sean baratas. (Que no lo son.)
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Y sí, tienen toda la razón: yo debería estar haciendo otras cosas...
Ah, el subidón del último momento, que decía Calvin...