Detrás de las cortinas, la noche parece diluirse en rojo. Huele a cigarrillos mal apagados, a licor, a piel húmeda.
Nadie contesta. Seis, siete tonos... Nadie.
El sabor metálico en el fondo de la garganta; la salvaje convicción de las sombras. Ese tacto sedoso...