El día no ha sido corto, pero ha tenido buenos momentos. Y alguna sorpresa.
En el metro, leo el Kwaidan que compré hace ya algunos meses... (Lafcadio Hearn, Siruela... ya saben...) Agradable, ligero. Muy hermoso.
(Lo que me recuerda: Siruela recupera, de su ya mítica colección El ojo sin párpado, Un fragmento de vida, de Arthur Machen. No se la pierdan: es una joya.)
Y yo recuperé el lunes El amor duele, de Keko y Ramón de España, que en su momento no compré por prudencia (y por respeto a Keko). En el saldo de Glénat (o la oferta, en fin... ustedes me entienden) se puede comprar por cuatro €uros, cuatro. Y, claro, teniéndolo a mano, uno se deja llevar.
No lo hagan. Servidor, lo ha dejado hacia la mitad.
Imposible.
No lo lean. Por prudencia... y por respeto a Keko.
¿Qué más? Poco... o casi nada. Mañana, si acaso...
(Bueno, sí: que esta mañana empezaba a emitirse la cuarta temporada de Las chicas Gilmore, y Jane Espenson aparece en créditos...)