Y el cielo está gris, además.
Noviembre, ya saben...
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Leo que esta noche, en la 2, se emite Fallen angels, de Wong Kar Wai. De su etapa que a mí más me interesa: la de Chunking Express... Independientemente del doblaje, aconsejo que le echen un ojo... (Yo, ya veré... que está por ahí en un packDVD que tengo intención de comprar uno de estos días...)
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Leo que el Estatut se ha admitido a trámite, o lo que sea. Que pasa al Parlamento para su discusión, reelaboración y predecible aprobación, vamos. (¿O no me he enterado? No sé...)
Ayer, al ladito del trabajo, un puñado de borricos se manifestaban con mucho silbato, mucha bandera española y un par de helicópteros en permanente revoloteo sobre la zona...
Y digo borricos porque me provocaban, en general, bastante vergüenza. (Cantaban Viva España... La de Manolo Escobar, sí... En serio...)
A mí, qué quieren... Es que me parece tan ridículo hablar de nación catalana como me lo parece hablar de nación española... Pero vamos, que no entro en esos jaleos. Ni me van ni me vienen. Lo que me joden son las cruzadas, vengan de donde vengan y las vocee quien las vocee...
Pues eso.
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Y se me pasó hablarles un poco más de los diarios de viaje de Trondheim, que he estado disfrutando en días pasados.
Es interesante comprobar cómo va refinando el estilo. Si al principio había mucho de boceto descuidado, veloz, conforme pasa el tiempo se comprueba que la muñeca deja de temblar y la ilustración de ambientes, la postalita, se plasman con línea firme, impecable. Como que va creciendo la seguridad en sí mismo de un Trondheim que, por otro lado, se muestra a sí mismo como una colección de inseguridades, precisamente... El Trondheim personaje no tiene nada que envidiarle al Woody Allen personaje...
En resumen: un trabajo fresco y quizá menos sorprendente, menos libre, que los diarios de Sfar, pero también más ordenado, más legible... y más predecible.
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Que tengan un buen día...