De cristal o de algodón, de seda húmeda, de bizcocho tierno.
Noches de luna llena y cielo limpio, de gatos y cigarrillos, de portales oscuros, de palabras en avalancha.
Noches de lluvia tibia y una mano, dos manos en el bolsillo del abrigo, dedos enlazados, farolas manchadas de amarillo pálido.
Noches de niebla y taxi, de mirar por la ventanilla, de llaves perdidas, de ahora qué.
Y mirar mientras ella se aleja.
Y sentir el punzante recuerdo de sus dientes en los labios, el sabor de su boca.