viernes, 11 de noviembre de 2005

a ratos

Sentarse a esperar, dejar que pase el tiempo con los ojos fijos en la pared, esa gota de agua que se desliza despacio del flequillo y acaba por caer en el pecho, en el suelo...

Y el olor a jabón.

Y saber que la cocina, la casa entera, olerá a café recién hecho, a bollos tiernos, a ventana abierta.


A sol.


A sol, sobre todo. Y a domingo por la mañana...