Quizá alguien la mira ahora desde su ventana. El cristal estará frío, el asfalto brillará como el charol de los viejos zapatos de domingo... y quién sabe si no habrá un espejo cerca, detrás. Un espejo de cuerpo entero, de fondo oscuro y líquido, de óvalo perturbador...
Un espejo al que acercarse con los ojos llenos aún de luz de luna; un espejo desde el que caer...
Como cada noche.