lunes, 31 de octubre de 2005

tinta y agua

Akiko vivía en la Luna, y pasaba las noches asomada a los paisajes de nuestro mundo. Lagos y aldeas, bosques oscuros, palacios abandonados y abruptas montañas… Nada escapaba a su mirada, todo despertaba su curiosidad. Tanto se asomaba, tanto se inclinaba desde su balcón para ver mejor, que una noche perdió el equilibrio y cayó, con tan mala suerte que acabó chapoteando en un lago apartado y solitario.

En la Luna, como sabemos todos, hay muchas cosas. Hay gatos perezosos y hay liebres atareadas, hay jardines de piedra y hay ciudades de cristal. Lo que no hay es agua. Ni una gota de agua. Así que la pobre Akiko no sabía nadar, y agitaba los brazos mientras intentaba no hundirse en el lago. Menos mal que el joven Osami, como cada noche, había echado su red para pescar algo con lo que dar de cenar a su hermana, y tiró de ella hasta sacarla a la orilla.

- ¿Quién eres tú? – le preguntó, sorprendido, mientras ella se desenredaba y sacudía su pelo blanco y tosía, arrodillada en la hierba húmeda.

- Me llamo Akiko y he caído aquí desde mi casa, allí arriba. – Y señaló a la Luna, redonda y amarilla en el cielo.

Osami, aturdido, no podía dejar de mirarla mientras recomponía su ropa mojada.

- Te agradezco que me hayas salvado, y para corresponderte te concederé tres deseos.

- ¿Tres deseos?

- Así es. Las tres cosas que más desees.

Osami, pensativo, contempló su pobre red llena de remiendos y miró después el rostro pálido de la muchacha.

- Ahora, lo único que necesito es un pescado bien grande y sabroso para dar de cenar a mi hermana Haru, que me espera en casa.

- Muy bien. Que sea un pescado para la cena, entonces.

Y, en ese mismo instante, un pez enorme y plateado saltó del agua para agitarse, brillante, sobre la hierba de la orilla. Sus agallas eran rojas y en sus escamas parecían brillar todas las estrellas del cielo.

Asombrado y feliz, Osami se inclinó ante Akiko.

- Muchas gracias, Akiko-san. ¿Me harás el honor de acompañarme para compartir con nosotros tu regalo?

- El honor será mío, buen amigo.

Y, juntos, se encaminaron al bosque.



Cenaron un poco de arroz y algunas verduras, además de la carne blanca y sabrosa del pescado. Después, la pequeña Haru sirvió un poco de té caliente, aromático. La noche era fría, y los mil sonidos del bosque se dejaban oír tras las endebles paredes de la cabaña.

- Mi familia no tardará en venir a buscarme, - dijo Akiko mientras dejaba que el calor del té atravesara el cuenco y confortara sus manos heladas. – Quedan aún dos deseos por conceder…

Osami bebió un sorbo de té, indeciso. Había tantas cosas que podía pedir: una casa sólida, una red nueva para pescar cada noche… Pero su hermanita decidió por él. Se acercó a Akiko y murmuró en su oído.

- ¿Tu madre? Muy bien, que así sea.

El joven dejó caer el cuenco, derramando lo que quedaba de té. Haru agachó la cabeza. Un susurro en la puerta y los pasos vacilantes de alguien en la oscuridad. Una figura se arrodilló con ellos a la mesa. Traía la bruma de la noche enredada en el pelo encanecido, su harapiento kimono olía a tierra húmeda, un musgo espeso embozaba su rostro de muñeca rota. La niña se abrazó a ella, ajena al olor que invadía la habitación.


Osami contó con voz ahogada de congoja cómo su padre había sido explorador del shogun, cómo sus viajes fueron cada vez más largos y peligrosos, cómo una tarde de cielo rojo recibieron su katana envuelta en un kimono sucio de sangre, con las palabras de condolencia del enviado de palacio. Y contó cómo su madre, comida por la pena, había sacado adelante a los dos hermanos hasta que una enfermedad callada y terrible la devolvió al lado de su marido en el otro mundo, dejándolos solos en la pobre cabaña, olvidados de todo y por todos.

- Hay que tener cuidado con lo que se desea, - murmuró Akiko para sí misma, y contempló las manos cuajadas de raíces que descansaban en el regazo de la madre, oscura y quieta como un viejo árbol cansado.

Pese a las esperanzas de la joven, los días pasaron y nadie acudía en su busca desde la Luna. El tiempo transcurría despacio entre jornadas de pesca y largas veladas en las que Osami y Akiko, Akiko y Osami, se contaban historias de sus respectivos mundos y aprendían a apreciarse mutuamente, hasta que sintieron muy dentro de sí que vivir apartados sería como vivir en dos mitades: difícil, triste y doloroso.

Se acostumbraron a la presencia de la madre vuelta de las sombras, se acostumbraron al olor espeso y salvaje, a los insectos. Se acostumbraron a verla en un rincón, a sus ocasionales murmullos y al incesante parloteo de Haru, que insistía en hablarle sin descanso con la esperanza de recibir respuesta a sus palabras y a sus caricias.


Y un día recibieron la visita del enviado de palacio. Habían llegado noticias de la existencia de un mágico ser de otro mundo, y el shogun exigía su derecho de propiedad sobre todo lo que poseyeran las familias a su servicio.

- No traiciones la memoria de tu padre, joven Osami. Cumple con tu deber y entréganos a la mujer.

Las manos de Osami fueron rápidas. Sin embargo, apenas empuñó la katana de su padre se dio cuenta de que la cabaña estaba rodeada de hombres acorazados, erizados de lanzas y con las espadas dispuestas para el ataque, una muralla gris de acero y rabia. Haru se retiró al lado de su madre y Akiko se adelantó, desafiante, para hacer frente a las tropas del Shogun…

Sonó un trueno, las sombras del bosque avanzaron sobre la cabaña. La madre, de pie en su rincón, hundió sus manos nudosas en la tierra y su mirada vacía se perdió en el cielo, llamando a la tempestad. Un rugido surgió de la tierra, raíces y ramas se agitaron bajo el suelo, lo abrieron. Un viento amargo derribó las paredes de la cabaña y azotó a los soldados, que cayeron como un castillo de naipes desbaratado por un huracán. El cielo de color sangre desató su furia. Osami, protegiendo con sus brazos el cuerpo menudo de su hermana, se acercó a Akiko.

- ¿Querrías llevarnos contigo a tu mundo, amiga mía?

- ¿Es ese tu deseo?

El joven miró a su hermana. Ella le devolvió la mirada y asintió.

- Llévanos contigo, Akiko-san.

- Que sea como dices, entonces.

Y hubo un vértigo, el sonido de la seda al rasgarse, el aroma furioso de un incendio azul. Durante unos segundos, los tres sintieron que cabalgaban a lomos de un dragón, una sombra de plata que agitaba lentamente sus alas hasta cubrir el horizonte. Durante unos segundos, el cielo giró en una espiral de estrellas encendidas. Durante unos segundos, no supieron dónde estaba su arriba y dónde su abajo.

Después, un paisaje blanco y gris, un soplo de aire frío.

- Bienvenidos, - dijo Akiko, inclinándose ante ellos.

domingo, 30 de octubre de 2005

domingo de lluvia

Ay, sí... que ya va encajando el clima con la fecha.

El fin de semana está siendo más bien rarito. Largo. Lento. Cosa de la lluvia, quizá...


Hoy, para no faltar a la costumbre, les comento que en EPS hay un texto de Diego Manrique sobre Butch Cassidy y Sundance Kid más que defendible.

Y les cuento que continúo, despacito, con el visionado de Taken. Y con el de la segunda temporada de Colombo, que no deja de deparar gratas sorpresas. Del juguete televisio de Spielberg, decir que, una vez la trama se adentra en los años ochenta (y una vez uno asume que al final todo se resume en una especie de permanente guerra entre dos familias, unos muy cabrones y otros más inocentes que un cubo), la cosa toma cuerpo, los personajes se caricaturizan notablemente (lo que permite disfrutarlos mucho más) y los marcianos empiezan a tener un papel más activo, que ya iba siendo hora...


Y que no me he pasado por tienda alguna, así que igual mañana me encuentro con cien novedades ante las que dudar: ¿lo compro, no lo compro?, ¿merece la pena?

(Entre ustedes y yo: me extrañaría. Cada vez más.)

Y que esta noche pasan Recuerda en Telemadrid. No, no la veré, seguramente... pero les aconsejo que le echen un ojo, si no tienen otra cosa en cartera. El Hitchcock más bizarro...

sábado, 29 de octubre de 2005

sábado brumoso

Tras el diluvio de ayer, hemos amanecido como embozados en una niebla de cristal molido que difumina los perfiles más lejanos... Y el sol va y viene, barre las calles, a veces, de luz lluviosa. Y todo huele más limpio, más fresco... (por ahora, imagino).


En Babelia celebran a Dadá, a cuento de una exposición conmemorativa parisina. Dadá, que fue siempre enemigo de las exposiciones y los aniversarios. Qué paradoja...


En Babelia, también, noticia de la última novela de Sánchez Piñol, del que me gustó mucho La piel fría. Se trata de Pandora en el Congo (otro gran título, estarán conmigo), y a propósito de ella le hacen una entrevista en la que dice cosas sensatas. Me gustaría señalar una frase: La verdad es cuestión de estilo.



(Les aviso, por cierto, y sin que venga muy a cuento. Lo último de Depeche Mode tiene momentos que rozan lo memorable...)

viernes, 28 de octubre de 2005

una película


Hace un rato, dos disparos fuera de cuadro cerraban Hana Bi, de Takeshi Kitano. Una hermosa película, seca en su primera mitad (seca y dura, sintética, esculpida a hachazos) y progresivamente poética en su segunda parte, de una ternura sorprendente.

Yo la ví hace un par de años, creo. Me atrapó al cabo de unos minutos, y me deslumbró durante su segunda mitad. Fue un descubrimiento: de Kitano había oído hablar, había leído mucho sobre él, pero no fue hasta que vi Hana Bi que me enganché a su cine. No he visto todas sus cintas, pero es uno de esos tipos a los que procuro seguir la pista...

Hoy, ya digo, he visto el final de la película. Tan amargo y tan conmovedor. Tan inevitable. Tan adecuado.



(Y mañana se estrena el último caramelo envenenado de Tim Burton: The corpse bride, o La novia cadáver, como la han llamado aquí. A ver qué tal... )

jueves, 27 de octubre de 2005

así


Así son las cosas a veces: un espejo, una cámara, ganas de reirse y el juego de unos labios rojos, de unos ojos húmedos...



Y tener tantos años por delante.

Y querer más, siempre: conquistar el mundo, llorar donde nadie pueda verte...

noche

A alguien se le ha olvidado encender la luz de fuera hoy, o quizá está fundida. El caso es que por la ventana no se ve apenas. La cocina está a oscuras. Si me acerco a la ventana, si me asomo (hace fresco ya), se ve la luz anaranjada de las farolas en la calle.

Hablan de libros en la televisión: Rioyo y sus gentes, Lolita, James Dean, Gibson y de nuevo su guerra civil (cada vez más suya que nuestra; desde luego, no mía, aunque tantos se empeñen ahora desde diarios y radios, desde púlpitos y sedes políticas). A la espera de más trocitos de La Edad de Oro.

Y el libro del que les contaba hace pocos días es, definitivamente, infantil. Lo mejor, hasta ahora, Kelly Link, de la que ya he leído algún relato por ahí y que tiene un par de antologías editadas fuera con las que tengo intención de hacerme uno de estos días... o uno de estos años, ya veremos... (Y aclaro: que sea infantil, el libro, no es malo; es, de hecho, incluso agradable.)

Y hoy he llegado a casa cansado. Una de esas tardes...

Ya les cuento luego, mañana... otro día...

miércoles, 26 de octubre de 2005

de colores

Como cada mañana, uno pasea hasta el kiosco casi en automático. Hace sol, van caldeándose despacito las aceras. Hay chicas paradas en las puertas de los comercios, charlando: acaban de abrir, han estado barriendo el local, se paran a comentar cómo fue la tarde anterior o qué vieron en la televisión antes de acostarse. Conversación casi en automático, también. Cordial, accidental.

Hay gente que va y viene con bolsas llenas de verduras, de diferentes compras tempraneras. Hay algún perro aparcado en la puerta de una tienda, que mira atentamente al interior y a veces inclina la cabeza cuando alguien pasa a su lado y esboza una caricia. Hay vendedores de acera y manta, voceadores de fruta pirata. Hay carga y descarga, el mercado grande, vivo, algún hiper de barrio. Hay olores y ruidos, paseantes sin prisa, el cartero que me conoce ya desde tanto tiempo y saluda con la cabeza.


Pan recién hecho, bollos tiernos, el periódico, una parada en la charcutería... Y el cielo, que está azul también hoy. Y el sol.


(En casa, leo despacito, a tragos cortos, el Cuentos de la Estrella Legumbre de Olivares. Ya comenté aquí la edición, espectacular, de Media Vaca. Casi todo lo he leído ya en diferentes cabeceras y a lo largo de varios años... pero la sensación de coherencia que facilita la compilación ordenada resulta nueva, refrescante. Y permite adivinar pautas, permite una lectura diferente. No sé si es lo mejor que haya nunca hecho Javier, hombre de obra demasiado dispersa y muy heterogénea: siempre he defendido más su trabajo más accesible, su obra menos "comprometida", si me permiten las comillas. Sí puedo decir que es un buen libro. Que no es poco, hoy. Un libro de peso, en un año con varios libros de peso.)

martes, 25 de octubre de 2005

la música bien alta...


A veces, cuando uno llega a casa tarde y cansado, cuando ha escuchado demasiadas sandeces en el curro, cuando en el metro no se puede respirar y el sudor te corre por la nuca, cuando en la televisión no hay más que bobadas y el día siguiente parece que va a ser más de lo mismo, si no peor... A veces, a veces... ¿No les apetece atronar a los vecinos, reventar los amplificadores, dejar que suenen, no sé, Los Ramones a todo trapo, dejar que la tensión se les escurra del cuerpo con una cerveza fría y Sheena, la punkette de jeans rotos y pelo cortado a mordiscos...?




Esas cosas. Sí, hoy ha habido reunión y se han escuchado sandeces, pero también peligrosísimas ingenuidades, simplezas imperdonables... y sale uno como desolado, como derrotado (en privado, claro; sin aspavientos); desilusionado.

Más aún.

Y las cosas van deteriorándose a buen ritmo, y se van sucediendo las situaciones dignas de un boicot de los de antes, de los de pancarta, silbato y mucha mala hostia... pero va a ser que no, al final.

Como va siendo ya costumbre.

Ah, pero no crean. Nada de sorpresas. Y somos, los que somos, más recios de lo que nos gusta aparentar... Y la cosa va para largo.

(Eso sí, lo siento por ustedes, que todavía tendrán que leer unos cuantos de estos arrebatos en clave que no tienen necesidad de leer, pero es lo que hay.)


lunes, 24 de octubre de 2005

sol

También hoy.

Es más: que hace calorcito si uno pasea por la acera de sol...


Grabo los episodios de hoy de Las chicas Gilmore (que estoy enganchado) mientras escucho (recupero) el primer álbum de Camera Obscura, un grupito de pop bien educado que edita aquí Elefant (claro) y que tiene buen pulso para lo dramático pequeñito y para la melodía amable.


Tengo, junto al libro que ayer les comentaba, una nueva compilación de artículos de Javier Marías. Sobre cine, esta vez. Se titula Donde todo ha sucedido, y lo edita Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores. Son textos ya leídos, aparecidos en varias revistas primero y recogidos en diferentes recopilatorios luego, pero siempre es agradable volver a leerlos... (Ya he dicho alguna vez que el Marías que prefiero es el periodístico, el de las columnas semanales...)


Y tengo mañana una reunión, en el curro, de la sección sindical. Presiento que será bronca... y no me apetece nada, la verdad...

En fin... ya les cuento, si eso...


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Actualizo ya de noche... que esta mañana no ha habido manera de que suba el texto. (Tengo mis dudas de que vaya a poder colgarlo también ahora... cosas del éter, supongo...)

No ha ido mal la tertulia...

domingo, 23 de octubre de 2005

un domingo de sol

Y de cielo azulísimo.


Y de periódico. Con uno de esos artículos que uno no lee (bueno, de esos que abundan en EPS, y en todos los suplementos) sobre la avalancha de piel oscura que salta las verjas de Ceuta y Melilla, uno de esos textos acompañados de plásticas fotografías en blanco y negro vibrante, tan plásticas, tan estéticas... que no puedo evitar la sensación de que alejan al lactor de lo que quiere expresar el artículo, si es que pretende expresar algo. Se convierten en una experiencia artística, de goce visual, nunca en un apoyo para el periodista, nunca en algo que refleje una situación, una realidad. ¿Para cuándo instantáneas en color, inmediatas, directas? ¿Para cuándo las fotografías que no parezcan planteadas como una potencial exposición de premio?




De libros, también. Que compré el otro día, ya les dije, algo titulado (y eso no se lo adelanté, pero aquí va) Noisy outlaws, unfriendly blobs, and some other things that aren´t as scary, maybe, depending on how you feel about lost lands, stray cellphones, creatures from the sky, parents who disappear in Peru, a man named Lars Farf, and one other story we couldn´t quite finish, so maybe you could help us out.

Se trata de una antología prologada por Lemony Snicket, de tono más o menos infantil/juvenil, de aire más o menos macabro (o fantástico), en la que colaboran Nick Hornby, George Saunders, Kelly Link, Richard Kennedy, Jon Scieszka, Sam Swope, Clement Freud, James Kochalka, Neil Gaiman, Jeanne DuPrau y Jonathan Safran Foer. Amén de diferentes ilustradores, entre los que destacaría a Brett Helquist y Peter de Sève.

La sobrecubierta está diseñada por Chip Kidd, el dibujito es de Bruce Timm y la producción es de McSweeny´s.

Una joyita, en fin.

Les contaré qué tal cuando vaya leyendo... pero, por lo hojeado, les adelanto que tiene ese tonillo jocoso y lóbrego que caracteriza la obra de Lemony Snicket, y que tiene sus raíces en Gorey y en el señor Addams, ambos muy queridos por acá, ya lo saben ustedes...



Y de cierto sopor. Que no duermo muy bien últimamente...

Yo es que soy así, tengo temporadas de noches inquietas, sueños raros y mañanas espesas, y temporadas de dormir como un cesto y querer más, más horas de noche, más horas de sueño. Y ahora parece que ha tocado insomnio...


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Canción del día: sin ironías, The Sleepless, de Red Snapper.

sábado, 22 de octubre de 2005

sábado de plastilina




Y de lluvia, también. Mucha lluvia.

Pero, sobre todo, de plastilina. Y de olor a palomitas.




He estado viendo La maldición de las verduras (The curse of the Were-rabbit), el largo protagonizado por Wallace y Gromit. Una joya. Digna de un genio como Nick Park, claro.

He oído cosas por ahí: que si es un poco aburrida, que si es algo lenta... Bobadas. Paparruchas. Viene a ser como uno de los cortos anteriores (A grand day out, The wrong trousers, A close shave), con más peripecia. Sí, sí, leyeron bien: no un corto alargado, sino un largo en el que pasan un montón de cosas. Y pasan bien, como deben pasar las cosas. Con su aire británico, tan cool y tan disparatado. Con esa soltura para imaginar (y filmar) lo más inesperado como si fuera la cosa más cotidiana.

Qué quieren, a mí Wallace y Gromit me parecen la quintaesencia de lo británico, de esa parte entrañable de lo británico que los uniría a, no sé, Woodehouse y Jerome K. Jerome (o a sus personajes, en fin; ustedes me entienden). Lo británico entendido como una celebración de la moqueta y la casita de dos plantas, del moho en el pasillo y el té de las cinco, de la ropa de punto y los jardincitos un poco desastrados.

El descubrimiento de los cortos anteriores de Nick Park fue... eso, un descubrimiento deslumbrante. (Y no sólo por la técnica y eso, que también: por todo lo demás. Por el humor, por la personalidad de los muñecos...) Es más, fue con Creature comforts que nos enamoramos de esa plastilina mágica y esa expresividad irresistible: el puma que no dejaba de pedir space! con un tono tan coloquial que a uno se le saltaban las lágrimas de la risa... Luego, el chiflado Wallace y su sufrido Gromit. Los inventos inverosímiles del primero, la flema británica del segundo. La ingenuidad descacharrante y la resignación irónica.

Vaya dos...

No les voy a contar la película, no teman. Tampoco voy a hablarles de las excelencias técnicas, ni de la música (ah, esa tonadilla, la misma que abre los créditos de cada unos de los cortos anteriores...). Ni de las mil referencias cinéfilas y genéricas que se suceden a lo largo del metraje.

Les diré únicamente que he difrutado mucho. Que en ningún momento se me ha borrado la sonrisa. Que había niños en la proyección, incluso muy pequeños... y apenas si susurraban alguna cosita a sus padres: estaban fascinados.

Eso, que procuren, si pueden, no perdérsela. (Y, si no, estén al tanto para cuando se edite en DVD... que yo ya tengo ganas, por cierto...)

después del viernes

Pues apenas si había alguna cosa en las tiendas.

He comprado el Carnet de bord (Trondheim) que me faltaba y he comprado el Ukelélé de Sfar.

He comprado el tomo tercero (que es la cuarta entrega ya, o todavía... no sé bien) del Terry y los piratas de Planeta. Y un libro francamente bonito del que les hablaré más despacio...


Y poco más les puedo contar. Que el día ha sido frío, que había manifestación de agricultores (o algo) cuando iba para el trabajo.

Y que no son horas de estar aquí, trasteando...

viernes, 21 de octubre de 2005

de viernes





Hoy habrá más noticias en el trabajo. Ya veremos... pero me da que todo va a ir a peor en lo sucesivo. Nada que me pille por sorpresa... pero el sabor amargo no lo es menos porque uno lo espere.



En el entre tanto, el cielo está muy gris y la mañana fría.

Y yo les dejo aquí al ladito otro Blain, más dramático.



A ver qué me encuentro hoy por las tiendas...

conflicto colectivo

jueves, 20 de octubre de 2005

un regalo (otro más, sí)


Nada, aprovechando que el día está gris les dejo aquí una ilustración del señor Blain. Un ex libris.

A mí me parece muy, muy bonito. Tiene fuerza. Tiene sentido dramático.


Les cuento, además, de mi experiencia con Sfar y su Harmonica.

Diario espontáneo y de aire descuidado (toda su obra lo parece, ya hemos hablado de esto), se respira en sus páginas un entusiasmo contagioso por lo que cuenta. Hay problemas, claro: la caligrafía deja que desear (de nuevo reitero: son notas rápidas, a pie de obra; en algún caso casi se diría que tomadas de pie en cualquier rincón, en un vagón de metro, mientras hace otra cosa; apuntes rápidos, cazados al vuelo), y mi francés también, así que hay segmentos que, más que leer, adivino. Pero es la sensación general lo que me engancha, lo que me atrapa y fascina. Lo suficiente como para que planee hacerme con sus demás diarios. (Despacio, eso sí; que no son baratos...)


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En otro orden de cosas, y por si no la tienen todavía, la película que se vende con El Mundo hoy es Space Cowboys. Una joya. No lo he comprobado, pero creo que incluye algunos documentales...

de uñas

Hoy, en el trabajo, el nivel de crispación se ha disparado. En conversaciones casuales, en corrillos, tomando café o en la calle, fumando el cigarro de turno.

Mal ambiente.

¿Lo mejor? Que se avecinan elecciones sindicales. Para antes de fin de año.

Y, poco antes (es decir, en nada de tiempo... aunque no acaba de definirse el plazo), la promoción interna. Esa misma que ha hecho que el actual comité de empresa decida... pues eso, retrasar unas semanas las elecciones. Para colocar a sus representantes en el tribunal, dicen las malas lenguas. (Decimos todos, en realidad...)

¿Lo peor? Que no deja de ser, la situación actual, consecuencia natural de la negociación trucada que acabó con la firma del PC (Puto Convenio, para quien lleve poco tiempo por aquí). Y que la empresa, sin nadie que le plante cara, sigue avanzando, comiéndose el terreno, recortando derechos...


Y el ambiente, en fin, es cada vez más tenso, más desagradable.

miércoles, 19 de octubre de 2005

luto (again)

Me entero, en la lista de correo de ADLO! (que ya es enterarse por vías raras, estarán conmigo) de la muerte de Eduardo Haro Tecglén.

El hombre tenía sus cosas, pero escribía bien y tenía las ideas muy claras. Y no se molestó en esconderlas estos últimos años de corrección política y talante...

yesterday

La cosa fue bien. A pesar de los nervios... que se calmaron un poco con las caras conocidas y el ambiente afable que se respiraba, gracias a la gente del Espacio.

Un par de cortos de McCay, Breixo prologando y contextualizando el acto... y después, una charla distendida.

Había gente, sí. (Algunos, amigos.)


Eso, que fue bien.


(Les comento, de pasada y ya que estamos, que los próximos martes, 25 de octubre, 8 y 15 de noviembre, estarán centrados en Javier Serrano y su excelente exposición. Para el resto del año guardan, los chicos de Sinsentido, más de una sorpresa. Avisados quedan.)


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Más cosas.


Abducidos, con producción de Spielberg. Visto el primer capítulo, me quedan unas sensaciones, unas intuiciones: primero, que la cosa promete ser un culebrón en toda regla; y, en segundo lugar, el regocijo del friqui que anida en mí, que reconoce las referencias, sabe quién fue Kenneth Arnold y disfruta viendo a los clásicos alienígenas cabezones y grises...

Les iré contando más conforme avance en el visionado de la serie.

(De imagen, de producción, impecable; está de más decirlo.)




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Ha amanecido un día radiante.

No, por nada...

Yo me llevo en la mochila Harmonica, de Sfar. Diario verborrágico y de brutal inmediatez: fascinante.

martes, 18 de octubre de 2005

más joyitas


Que les dejo acá unas cubiertas. Son pequeñas piruetas, guiños al lector, joyas arrogantes, lujos de narrador sobrado.

No hablaremos de industria, ni de posibilidades de que este material tuviera en nuestra tierra un público. (O un editor... que lo uno y lo otro van de la mano; o deberían.)

Hablamos de la suerte de poder tener acceso a cosas así, aunque sea en francés. Aunque no sean baratas. (Que no lo son.)

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Y sí, tienen toda la razón: yo debería estar haciendo otras cosas...

Ah, el subidón del último momento, que decía Calvin...

martes raro

Con un cielo tirando a apocalipsis y toda la tarde por delante para pensar qué puedo contar yo esta tarde en el Espacio Sinsentido que no sepa ya quien pueda acudir, hojeo despacito Harmonica, el primer diario de Sfar que he comprado, una vez enganchado a los Carnet de bord de Trondheim. Si no fuera porque no sé hacer la o con un canuto, me encantaría hacer algo como lo de estos dos. (Que igual se parece un poco este rincón... pero que no es lo mismo, qué duda cabe.)


El sol se cuela entre unas nubes de panza oscura, hay como rodajas de cielo azulísimo que van y vienen. Y hay una lavadora puesta...


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Por cierto, y aunque no venga a cuento, Javi Rodríguez inaugura espacio en el éter. Dibujos Desclasificados pretende ser una muestra de sus trabajos, en la que combina cosas menos conocidas con ilustraciones del Tentaciones, por ejemplo. (Otro ejemplo de que el formato de blog puede servir para muchas cosas...)


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Y por cierto, y aunque venga menos a cuento aún, comentarles que ayer falleció Kike Turmix, leyenda urbana y personaje imprescindible de la Malasaña más entrañable y más pop.

Y que Haro Tecglén, firma habitual de El País y crítico teatral de vieja escuela y verbo ácido, estaba anoche en coma en un hospital.


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Espacio Sinsentido. Hoy, martes, 18 de octubre. A eso de las ocho de la tarde.

Habrá un par de proyecciones, habrá algunas palabras. Y estarán algunos amigos.

lunes, 17 de octubre de 2005

buñuelos

En la pastelería donde suelo comprar el pan a diario, sí: buñuelos. De los de siempre, ya saben, esas burbujitas de masa esponjosa y rellenas de diferentes cremas. Y es que se nos echa encima noviembre, claro.

(No teman, esto no es una nueva vuelta sobre el eterno tema del paso del tiempo y etcétera. Es que me ha llamado la atención hoy verlos ahí, en el escaparate.)


Y el día se ha levantado de un gris melancólico que da pereza.


(Y esta noche, en Miradas 2, hablan de Media Vaca.)

sábado, 15 de octubre de 2005

cien años (son nada...)

Eso, que ya hace (desde ayer) cien años que el señor Winsor McCay, uno de los padres de esto, publicó por vez primera las aventuras oníricas de su niño Nemo, el mismo que en cada plancha cerraba la peripecia con una caída de la cama, el que vivía cada noche en un país regido por la imaginación desbordada y por una niñita pálida y frágil como la porcelana.

Cien años y el medio no ha evolucionado gran cosa. (Si apuramos, casi habría que decir que ha involucionado, en cuanto a lenguaje y capacidad de invención.) La industria sí, a la industria le han crecido tentáculos por todas partes y eso... pero el lenguaje, ay...



Cierto es que, hace cien años, todo era nuevo. Los pioneros lo eran con todas las consecuenias. Cada cosa que hacían, cada experimento, cada ocurrencia, eran nuevos. Funcionaban o no, pero eran inéditos. Escribían sobre una pizarra que nadie había manchado antes. Abrían sendas en un campo que se iba inventando sobre la marcha.

Los que vinieron después se encontraron los caminos ya trazados, las pautas estaban firmes ahí, muy claras. Era cosa de adentrarse más, desarrollar.

Pero leer ahora Little Nemo in Slumberland, como leer Gasoline Alley, Polly and her pals, Krazy Kat, Thimble Theatre, es descubrir un universo creativo en plena efervescencia, arrebatador, riquísimo. Nada posterior ha igualado nunca lo que en esos años se hizo, la creatividad que se derrochaba en esas tiras diarias, en esas dominicales espectaculares.

Alguien ha dicho (y se ha citado tantas veces ya que he perdido la pista de quién fue) que el futuro del medio está precisamente ahí, en su pasado.

No es una frase gratuita, me parece. (Otra cosa es cómo traducir al hoy todo eso que se hizo ayer...)


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Por lo demás, bonito día: cielo azul, sol cálido, ambiente fresco...

viernes, 14 de octubre de 2005

fin de semana

Ya empieza el sábado. (Aún queda acostarse, dormir un poco, dejar que amanezca... pero ustedes me entienden: empieza el sábado.)

El fin de semana será corto e intenso: el domingo toca trabajar y eso.


Pero mejor no pensarlo ahora...


¿Saben? Esta mañana he vuelto a picar con la gente de L'Association. He comprado un tomito que recopila diarios de viaje de Trondheim. Colección Côtelette. Libritos de diferente grosor, 19 x 14 centímetros. (En esta misma colección están los diarios de Sfar, también. Y el Bordados de la Satrapi.)

He tenido apenas tiempo de hojearlo antes de cenar. Muy bonito.

(Inevitable: me he enganchado, y procuraré hacerme con los que pueda. De los diarios, estoy hablando. Trondheim y Sfar, insisto. Porque el formato me apetece: esa libertad, esa frescura, esa cercanía.)

En cuanto que lo lea (estos días) les dejaré aquí la cubierta y un comentario menos general.


He comprado también bombones, pero esa es otra historia. (Aniversario.)

en sepia


Futuros añejos, con olor a papel gastado, a vinilo y polvo, a madera vieja.

El ruido de una máquina de escribir, el timbre de un teléfono.

Afuera, arriba, en la azotea, la sombra de un dirigible. Gris, recortado contra el cielo rojo.

Y una cámara fotográfica. Me encanta el sonido de la cámara, el obturador, el chasquido metálico... Me provoca un escalofrío, la piel se me eriza y noto como una mano que se deslizara por la espalda y me presionara la nuca...





Y la luna llena oculta entre nubes de vértigo...

jueves, 13 de octubre de 2005

ruido de sables... o algo

Y no hablo del espectáculo de ayer, con los legionarios desgañitados reivindicando Ceuta y Melilla como territorio nacional (y no vamos a tirar de dobles sentidos, pero).

Que, tras la súbita desaparición, no sabemos cómo ni a qué debida, la cabecera de Tu Harte me harta regresa, parece que defendida por otro alguien, que por ahora se limita a ofrecerla para aglutinar un grupo de colaboradores anónimos que retomen la labor que las niñas iniciaron.

Yo, la verdad, no sé qué pensar... Todo es muy raro, ¿no les parece? En general, digo.



Por lo demás, sigue acuoso el día: esta mañana casi se me viene el cielo encima, con su granizo y todo. Menos mal que me quedan reflejos...



Les obsequio, aquí, con la imagen de dos pequeñas joyitas de David B



L'Association y sus iniciativas: esa colección de minitebeos, ya saben, con colaboraciones brillantes de casi toda su escudería... Patte de Mouche, se llama. Pequeñitos, cuidados.

Igualito que por aquí... ejem...

miércoles, 12 de octubre de 2005

alguna noticia

Llueva o no, el próximo jueves 13 se inaugura, en el Espacio Sinsentido, la exposición de Javier Serrano, uno de los ilustradores más personales del panorama español.

Además, el martes 18 se presentará el libro Little Nemo: un siglo de sueños. Lo haremos Breixo Harguindey y yo... (y no les prometo nada, porque hablar no es lo mío; ni siquiera en privado... Pero allí estaré, y algo se me ocurrirá...).

¿Más cosas?

No sé... ¿les parece poco?



(Por acá, por cierto, no deja de llover.)

agua


Se escucha llover.

La tarde se va deslizando despacito, suave. Entre pantallas, como alguna vez he dicho ya: aquí delante, tecleando; o ante la televisión, recuperando episodios de Las chicas Gilmore.

La tarde pasa despacio, sí. Mientras suena música tibia (hoy toca melancolía: La Buena Vida).

Detrás de la ventana (empañada, salpicada), el gris se va opacando.

fiesta




Amanecer en gris, con olor a lluvia. Ruido de reactores con el desayuno: cazas sobrevolando Madriz, ay... Extraña sensación.


Ahora, azul y nubes recortadas de panza oscura. El sol se cuela por la ventana. Suenan Niza.



Alguna lectura: Tree of love, otra entrega de Patrick Atangan, para NBM, de su serie Songs of our ancestors. Un único relato en esta ocasión, resuelto a la manera de las viejas pinturas o ilustraciones de la India, con viñetas unitarias en las que se suceden varias escenas consecutivas. Una triste historia de amor (de amores) con sabor a Las mil y una noches, resuelta con gusto y delicadeza.

(Los dos libros anteriores los publicó Norma. A ver si con este también tenemos suerte...)

lunes, 10 de octubre de 2005

de tiendas...

Eso, lo que les decía.

¡Ha salido un nuevo Mondo Brutto! Número 34, con un denso texto de Grace Morales en torno a los tebeos femeninos de nuestra triste historia y un no menos denso repaso, razonado y admirativo, a los personajes de la IPC británica (Spider, Zarpa de Acero, Mitek, Kelly Ojo Mágico...) del excelso y concienzudo Absence.

Además, he tenido oportunidad de ver la edición francesa de Antoine de las tormentas. Y tengo ya en mi poder el Arf de Micharmut, inclasificable y radical, como de costumbre. Y la segunda temporada de Colombo.

(Y, amigo Luis de Luis... he picado con Destino. Ya le contaré. La edición es muy bonita; limpia, sólida y eso. De traducciones y eso... queda mucho por hablar.)

Y ha llovido a mares, ahora mismo, hace un ratito. Pero a mares, ¿eh? Una cosa...

(Y tengo lo nuevo de Vacaciones. Y una edición para Taiwan de Niza, que compila sus dos singles y unas cuantas canciones dispersas aquí y allá...)

Y el miércoles es fiesta, qué demonio...

cielos

Madriz se ha vestido de gris hoy. Ese gris azulado y acuoso que presagia lluvia.

Luz de acuario. Aroma a otoño.


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Está ya en las tiendas el Dentro de la viñeta número treinta, con abundancia de textos y su acostumbrada voluntad de hacer adeptos y adictos. (A las viñetas.) Yo entrego un artículo acelerado sobre Darwyn Cooke en el que falta, claro, la noticia del año (que no se conocía a la hora de escribirlo): su decisión de resucitar a Spirit para DC.

Les aconsejo la revista por su mirada heterogénea, fundamentalmente.


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Hoy, tertulia (terapia, que dice el amigo ÁNGEL) y tiendas. Ya les cuento, después...

domingo, 9 de octubre de 2005

tardes de domingo

Como tantas, antes, la paso, más o menos, delante de una u otra pantalla.

Por ejemplo, llevo ahora un rato ya de visita por diferentes bitácoras vecinas, poniéndome al día después de un par de semanas de casi abandono. Compruebo, una vez más, que las más interesantes suelen entrar en el terreno de lo personal, bien desde una mirada cotidiana, bien desde lo lírico (o lo críptico, incluso). Compruebo, también, que abunda lo femenino; al menos, entre los espacios que frecuento.


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Anoche estuve viendo Ohayô (Buenos días), una película del japonés Ozu. Una joya pequeñita, liviana, en un color delicado, de fotografía antigua.

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto delante de la televisión. (No es como cuando veo series, por brillantes que sean, por inteligentes o eficaces que me parezcan. Es otra cosa, estimula receptores distintos en mi cabeza...)

Tengo unos cuantos títulos más por ver, todavía. Felicítenme...


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He estado leyendo algunas cosillas, de entre lo que recibí el otro día de ultramar, ya saben.

Me reafirmo por enésima vez: el Bendis de Daredevil.

Y me encanta el Kyle Baker humorista.

Straczynski se ha equivocado del todo en Fantastic Four, y además cuenta con un dibujante bastante anticlimático, si me permiten la ironía...

En Locus veo que Jonathan Strange & Mr. Norrell ha recibido el premio Hugo a la mejor novela, y está nominado para el World Fantasy Award. (Hay más noticias: Hugo para cuentos de Kelly Link y Charles Stross, para el guión de Los Increíbles. Que la última novela de William Gibson, Pattern recognition, será una película dirigida por Peter Weir. Cosas...)


Y sigo encantado con el libro de Chris Ware. Lo hojeo despacito, al azar. Me quedo parado admirando un detalle minúsculo, paseo la mirada por las abrumadoras secciones de texto, voy hacia atrás o hacia delante, leo viñetas de manera desordenada... Disfruto del objeto, en definitiva, antes de aventurarme a una lectura ordenada o, en todo caso, más tradicional; una lectura sensata, por así decir, que no es la más adecuada para un producto como este.



(Además, en el equipo de música suena un algo de Chemical Brothers...)

sábado, 8 de octubre de 2005

Genji (y otras cosas...)

Leo en el diario que, en efecto y como adelantara por aquí el amigo Luis de Luis, Destino edita estos días una primera entrega de las dos que agruparán el Genji monogatari de la dama Murasaki. Leo también que Atalanta, la nueva aventura de papel del Conde de Siruela, publicará la misma obra en un único volumen (ilustrado:ojo) hacia mediados de noviembre, como ya comentamos por acá.

Dos ediciones, dos traducciones. Dos oportunidades de las de no dejar pasar.

¿Cuál, me preguntan? Difícil elección. Veremos precios y eso... Pero, conociéndome, sospecho que acabaré con las dos en casa. (Que no es tan raro, tampoco. A nadie se le mira raro por tener dos o tres traducciones de Proust o de Joyce.)


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En otro orden de cosas, he leído ya la cosa de Alex Niño que les comentaba ayer. Y se confirman mis temores: el tal Anderson se marca una supuesta fábula con exceso de páginas y defecto de ingenio, pero el trabajo de Niño es espectacular, vibrante y hasta excesivo en su barroquismo.

(Yo es que tengo debilidad por el filipino, desde que lo descubrí en las revistas de Toutain...)


Y debo aclarar, además, con respecto a lo dicho anoche, que el libro de Ware contiene bastante material inédito... y es una auténtica joya.


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Por lo demás, y de momento, el cielo se mancha de gris...

viernes, 7 de octubre de 2005

de cara al fin de semana

Hoy me he vuelto a casa con la mochila cargada. De papel. Tebeos. (Bueno, y el Previews...)

No, apenas si he podido hojearlos. Toda la mañana de un lado a otro, toda la tarde en el trabajo. Y, después de la cena, sesión con Las chicas Gilmore, que el otro día descubrí que estaban emitiendo episodios nuevos (por las mañanas, en La 2).

Pero, en general, la cosa pinta bien. Incluso hay alguna sorpresa: una cosa nueva de Alex Niño que edita Norma, por ejemplo, y que ya les contaré, porque el guión parece perfectamente idiota, con trolls y espadas y eso (Kevin J Anderson), pero el trabajo del filipino me ha parecido, en un primer vistazo superficial, sorprendente.


Hay, también, un libro nuevo de Ware. Recopila trabajos cortos aparecidos en Acme Novelty Library, ajenos al relato de Jimmy Corrigan. Ya saben, Big Tex, Rocket Sam, Quimby. Y Rusty Brown. Amén de un buen puñado de textos, recortables, etcétera.

Lo bueno que tiene la obra de este hombre es que no importa cuántas veces la leas. Siempre te enfrentas a ella como si fuera la primera vez, y siempre encuentras en sus páginas algo nuevo. (Si la edición es diferente, además, el punto de vista puede cambiar, también... por extraño que pueda sonar. Formatos, manipulaciones de estructura. Incluso el orden en que aparecen las diferentes historias. Todo hace que varíe la mirada del lector...)


En todo caso, cuando tenga tiempo de curiosear despacio les contaré más detalles...

visitas

Aquí al lado, el amigo Jorge Iván enseña las primeras muestras del trabajo nuevo de Ángel de la Calle, una suerte de diario personal que planea tener terminado en unos meses y que promete mucho.

Por otra parte, el compañero (y vecino... e incluso amigo) ÁNGEL enlaza en su rincón el resultado de una iniciativa interesante: pinchen aquí y lean, además de su texto (honesto e inteligente, como es costumbre), una entrevista con Luis Durán y, al respecto de su obra, unos párrafos breves, pero de enjundia, firmados por JJP.


En otro orden de cosas... pues que esta mañana han traído a casa las guías telefónicas nuevas, y he visto a Charlie Brown en la portada de una de ellas, hablando por teléfono (claro), con su habitual gesto de perplejidad... Ya sé que no es la primera vez que utilizan un personajes de tebeo (Tintín, por ejemplo), pero qué quieren... a mí me llega más el bueno de Carlitos... Me ha hecho ilusión.


Y que es un asco salir de trabajar y descubrir que es ya de noche...

jueves, 6 de octubre de 2005

vaya horas...

Los días pasan despacio, pero uno ni se da cuenta y ya es... ¿jueves? Hay que ver...

Decididamente, no son horas de estar aquí, trasteando...

miércoles, 5 de octubre de 2005

noches

Se escucha la televisión; bajita; un murmullo. Hablan de asesinos en serie. Veinticinco puñaladas. Cuerpos enterrados en un sótano. Vísceras en la nevera; selladas, pálidas.

En la calle, pasos. A veces, un coche que circula despacio. Un claxon, el sonido de la portezuela al cerrarse, hueco, metálico.

El ruido de la nevera, que de noche parece asmática y casi se diría al borde de la agonía.





Esas fiestas de antes, los vasos discretamente, cuidadosamente colocados en un rincón, ya vacíos, y Los Ramones una vez y otra.

El olor azul de esas muchachas de negro...

martes, 4 de octubre de 2005

azul

Uno sale a comprar cuando el sol ya ilumina con ganas las aceras, pero huele ya a frío en la calle. Y, por las noches, cuesta trabajo no abrir los armarios para rebuscar la ropa de abrigo...

Y el cielo está cada vez más bonito. Limpio.


Tengo dudas: ¿me cargo con El viaje al Oeste, que empecé hace ya un año pero aparqué en casa porque, oigan, leer semejante troncho en el metro provoca esguinces de muñeca al tercer día, pero que me apetece, relativamente, retomar donde lo dejé, y hasta donde llegue? ¿O me busco una alternativa más liviana para estos días, antes de que me dé el pálpito adecuado y me lance a por alguna novedad, a por alguna novela que tenga por aquí, en espera?

Es que a veces no sé bien qué me apetece leer, y voy probando aquí, allá, picoteo...


No sé...


(No, Proust en el metro... pues que no. Por muchas razones, pero que cuesta retomar el hilo de los larguísimos párrafos cuando hay que leer en tramos de veinte minutos, transbordo, diez minutos, a otra cosa, ya luego, de vuelta... y no hay manera.)

lunes, 3 de octubre de 2005

trinchera

Me disculparán ustedes la brevedad de los últimos días, pero han sido un poco complicados. (Lo serán, también, los próximos... pero menos, seguramente.)

Ha habido algunas noticias: un eclipse hoy (esa luz que de pronto se agria, las sombras se pegan más al suelo... qué extraña sensación...), la misteriosa desaparición de Tuhartemeharta, ese espacio disfrazado de frivolidad que debatía temas candentes y los alternaba con oropeles de camuflaje.

Y que se anuncia la edición en castellano de La Théorie des gens seuls, de Dupuy y Berberian, una joya en riguroso blanco y negro de la que hablaremos más despacio.

Y que Dibbuks anuncia tres nuevos libros para este mes. Uno de ellos, dirigido al público infantil, viene firmado por Álex Fito. (También hablaremos algo más al respecto, en su momento...)


Y que Auladell estará el jueves en el Espacio Sinsentido. (Pero esto ya lo dije hace unos días... No importa, conviene recordarlo.)


Hoy me han regalado un librito de poemas, dedicado y todo (De Cuenca). Y dos tomos de Proust (Valdemar). Gracias.


Y hace frío, ahora mismo...

domingo, 2 de octubre de 2005

de domingo

Hace sol, pero corre un airecito que... Fresquito, vamos.

No sé...


Me largo a la calle en un rato. Apetece comer fuera.



En EPS, hoy, entrevista con Jacobo Siruela. A propósito de Atalanta, su nueva editorial.

Da un poco de envidia. (Bueno, no: la masía y eso; da mucha envidia. Sana, pero envidia.)

Los primeros libros, que parece que salen este mismo mes, incluyen un título fundamental. Genji monogatari. Historia de Genji. Murasaki Shikibu. Un clásico de la literatura japonesa que contó, hace unos años, con edición parcial por parte de Olañeta, en una traducción más que discutible. Queda ver cómo será la cosa de cara, que me imagino que lo será mucho.

sábado, 1 de octubre de 2005

Irina

Detrás de las cortinas, la noche parece diluirse en rojo. Huele a cigarrillos mal apagados, a licor, a piel húmeda.



Nadie contesta. Seis, siete tonos... Nadie.


El sabor metálico en el fondo de la garganta; la salvaje convicción de las sombras. Ese tacto sedoso...