Editado con sencillez y un gusto exquisito, el libro nuevo de
Esther Tusquets se lee sin sentir, se bebe.
Se trata de un puñado de recuerdos ordenados desde la ironía y, también, desde la melancolía más lúcida. La señora Tusquets escribe como poca gente en este país puede escribir, y en estas páginas demuestra que también en este registro... confidencial, por así decir, es una de las mejores: una prosa limpia, ajustada, de apariencia coloquial pero jamás descuidada.
Son los recuerdos de su experiencia como editora en Lumen, desde el principio hasta su salida de la misma tras la absorción (¿o abducción?). Son recuerdos de esos primeros libros históricos ya, de escritores conocidos por todos (no sale bien parado Cela, pero sí Delibes o una entrañable Ana María Matute), anécdotas. Un retrato fiel, íntimo (parcial, por tanto: por eso mismo, valioso), de una época fundamental en la cultura de España.
Edita RqueR.
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Y, en televisión, se solapan (un ratito), en la autonómica, Underworld: cuánto ruido; en la 2, gracias a Garci y sus secuaces, La tumba india, una joya exótica (incluso bizarra) de Fritz Lang.
Qué les voy a contar...