viernes, 30 de septiembre de 2005

expo

Esta mañana, en el Espacio Sinsentido.

Si uno va así, antes de las doce, las calles de alrededor están empezando a vivir, hay repartidores y gente que pasea, alguna terraza con conversaciones tranquilas. Y en el local apenas si hay algún visitante. Se puede ver la exposición despacio, recreándose.

Las acuarelas de Auladell son de una precisión brumosa y dulce. Hay en cada una de sus viñetas un gesto, una anécdota, una mirada, que las hace más vivas. No sólo pueden verse planchas de La Torre Blanca, también se han colgado algunos trabajos de ilustración infantil magníficos.



Pero si las acuarelas son hermosas, el blanco y negro es de una limpieza, de una sencillez emocionante.


Yo, qué quieren: les aconsejo que no se lo pierdan. Es un ratito; y merece la pena.

(Además, hay tebeos.)

jueves, 29 de septiembre de 2005

llegando hasta el final...

De mañana, reunión de brainstorming en una cafetería del Centro, por ahí, cerca de la Plaza Mayor y eso. Se veía pasar gente por la calle, mucha gente. Y palomas. Gorriones. Perros.

La cerveza, un poco floja.

La conversación, bien. La cosa promete.



Por la tarde, en el trabajo, monotonía. Hoy, aburrido. (Las cosas empiezan a bullir, de todas formas: algo podría moverse. O no, que luego me hago ilusiones y es peor...)



De noche, después de cenar, lo que grabé ayer de La Edad de Oro de la Chamorro, ya les dije. Emotivo, creo. No sé, se me hizo muy extraño ver todo eso otra vez. La desfachatez de Kaka de Luxe, la energía de los Auserón y de ese batería que entonces tocaba con ellos, Solrac: se comió un metrónomo de pequeñito, seguro. La pose de Fernando Márquez y los escalofríos que aún provoca Para tí. La rabia de Parálisis Permanente justo antes de la muerte de Eduardo, todo electricidad y cuero y algodón de azúcar envenenado.

(Después, en una pirueta inesperada, Astrud; justo ahí, a medio camino entre lo ridículo y lo sublime.)


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Se nos viene encima el fin de semana.

vecinos nuevos...

Sí, antes de que se me olvide. Los tengo ya ahí al lado, en la columna de preferentes, pero les dejo aquí también el enlace, para que curioseen ustedes.

Por un lado, el gran Diego abrió hace poco La Peonza, un sitio discretito y confortable desde el que nos cuenta de su vida errante y de El Ala Oeste, y de tebeos, y de Bruselas...

Por otro lado, Alpargatus, dixtópico de pro, se lanza a elaborar un pequeño museo de lo bizarro cercano, la Friquipedia. No hace sino ordenar algunas de las regiones más oscuras y divertidas de nuestra memoria.


Visítenles ustedes, seguro que pasan un buen rato...

Noche de fiesta


Privada.

C.J. y yo.

Ella hace su interpretación de The Jackal, llena de swing, sofisticada. Yo, un cigarrillo y un vaso de ron en la mano, sentado cerca de una ventana.

Hace calor, pero no importa.



(The West Wing. Temporada 1, episodio 17.)

miércoles, 28 de septiembre de 2005

letras y músicas



Después de Chesterton, tenía ganas de algo diferente. Mil grullas, del maestro Kawabata. Ahí estaba, desde hace meses. Aguardando el momento adecuado.

Llevo unas páginas, apenas, y ya estoy atrapado por la atmósfera delicada, ritual y tersa.

Les dejo, aquí al lado, una imagen: el maestro y su discípulo. Kawabata y Mishima. Dos imaginarios distintos, dos estilos divergentes, pero tan cercanos, en realidad.




En otro orden de cosas, veo en el periódico que hay esta noche, en La 2, una primera entrega de algo que han llamado Antología de La Edad de Oro. Y que viene a ser un rescate del programa que en los ochenta presentó Paloma Chamorro. O, más que rescate, que también, un repaso de retales.

Actuaciones musicales, en suma: Kaka de Luxe, Radio Futura, La Mode, Dinarama...



Y, para no cambiar otra vez de rumbo, comentarles que el próximo jueves, también en La 2, podrán ver una actuación de Souvenir. En Los Conciertos de Radio 3. Tarde, ya saben. A partir de la una de la madrugada...



Poco más puedo contarles, hoy.

¿Ayer? Bien... Reencuentros, ya imaginarán.

Cuesta recuperar el ritmo.

algodón de azúcar




Como sentarse a mirar el cielo y descubrir que uno tiene hambre de escarcha. Y respirar hondo. Y comerse la luna a bocados grandes, sin masticar.

Y aullar como un perro.

martes, 27 de septiembre de 2005

lutos, acuarelas...

Por este orden.

Primero, contarles que ha muerto Maxwell Smart. O, más concretamente, el actor que le dio vida: Don Adams. Falleció ayer, de una infección pulmonar. 82 años.


Después, en otro orden de cosas, comentarles del Espacio Sinsentido y el inicio del nuevo curso.


En efecto, hoy mismo puede verse ya una exposición de los originales de Pablo Auladell, centrada en su último libro.

Qué quieren que les diga, Auladell me parece, ya lo he dicho aquí, uno de los grandes que ahora trabajan en este país.

(Además, como podrán leer en el cartelito, el jueves 6 de octubre se presentará el libro, con la asistencia del autor. A las ocho de la tarde. Una oportunidad excelente para hablar con él y conocer sus proyectos...)

lunes, 26 de septiembre de 2005

breve

Novedades así, a vuelapluma.

Que ya están en las tiendas las cosas nuevas de Sinsentido (un Pampa, el Mattotti, ese libro sobre tebeos de Madrid, ya saben...). Y las cosas nuevas de Dibbuks (Lorenzo y Puerta, Nancy Peña, Sergio Meliá).

Y se ha distribuido, de la aventura editorial Media Vaca (porque es, sobre todo, aventura), Cuentos de la Estrella Legumbre, de Javier Olivares.


Por si a alguien le interesa y quiere hojearlos.


Por lo demás, lunes de tertulia y tal. Bien.

day after

Buenas. Pues eso, que jode mucho volver al trabajo.

Me duelen los pies. Y me duelen las manos, dejen que sea metafórico: de tanto llevármelas a la cabeza. Que es lo que tiene el reencuentro, que uno va poniéndose al día incluso no queriendo, y claro, el desfile de ineptos, el listado de sandeces y despropósitos... esas cosas.

Que no, cabreado del todo aún no. Pero en un par de días...


A otra cosa, mejor.

Que hoy, con El País, se vende El nombre de la rosa, excelente novela. Eco, ya saben. Pensé que se incluiría, como apéndice, el Apostillas, como ocurre en algunas ediciones de bolsillo que por ahí corren, pero no. Una pena. (No obstante, si no conocen, si no tienen, si no han leído... no lo duden. Lo reconcilia a uno con la novela como arte y como disfrute.)

Que el mismo diario anuncia, a partir de este domingo próximo, nueva colección de DVDs. Hay títulos curiosos. (No les doy la lata con ello: ya lo verán en todas las televisiones a lo largo de la semana, seguro.)

Que estoy disfrutando mucho de la recuperación (ah, san DVD) de El ala oeste en su primera temporada, ¿saben? Salgo a un par de episodios diarios. (Eso sí, en inglés se hace difícil: hablan mucho y muy deprisa. Los subtítulos no son modélicos, precisamente. Pero las voces... )

sábado, 24 de septiembre de 2005

de ronda por ahí

Y he encontrado estas cositas: una, dos, tres.

Información y opinión. Fundamentadas.

Ya ven que sí, que se puede...


No, por nada. Que me voy a dar una vuelta, y ya mañana, si eso...

last day

Sí. Mañana, vuelta al cole...

En fin.


No les digo nada...


* * * * *

Bueno, sí.


He estado leyendo alguna cosilla. Por ejemplo, lo último de Dibbuks: El gabinete chino, de Nancy Peña. Una historia de tono intimista en la que se mezclan la alquimia con la obsesión de un amor perdido, una historia desarrollada con tino, relajada, bien resuelta. Una historia que se beneficia de una resolución gráfica sorprendente, cercana a la ilustración infantil, muy cálida y expresiva.

Una lectura agradable, en fin.


¿Más cosas? Poco... Sigo con el amigo Chesterton, en plena Batalla de las Farolas ahora.


Y he visto que han premiado en San Sebastián al chaval de El Bola. Mejor actor.

Y me pregunto... ¿esto puede ser? ¿Es normal?

No sé...

viernes, 23 de septiembre de 2005

de buena tarde...

El tiempo está raro hoy. Bochornoso a ratos. No sé... igual por eso tengo la cabeza como la tengo: espesa, cargada...


Ayer, en El País, Michael Crichton decía unas cuantas cosas a Jacinto Antón. Sensatas, a pesar de todo. El hombre presenta novela (sorry, olvidé el título... y olvidé el recorte), sobre ecoterrorismo y tal. Plantea que en el ecologismo no faltan los embustes, y que se juega mucho con la desinformación y eso.

Yo estoy con él. No en sus planteamientos dramáticos (esta vez, los verdes son malos malísimos en el libro, de la misma forma que en Acoso se daba la vuelta a la situación con resultados más que tramposos), pero sí en su apreciación de base. Siempre he dicho que el reducto contemporáneo de lo retrógado no estaba, curiosamente, en las iglesias o en las derechas tradicionales (que también, pero), sino en esa amalgama de creencias insensatas y buenas intenciones que algunos llaman ecologismo...


He dicho.


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Me han invitado a participar en algo llamado Blog Público, una especie de experimento de bitácora colectiva que acaba de tomar tierra...

No sé, apenas si han empezado a colgarse textos. Les iré contando...

sueños


El universo de David B viene definido por dos o tres constantes, me parece. Por un lado, lo onírico, la riqueza de un imaginario que hunde sus raíces en el mundo de lo soñado. Por otro lado la experiencia personal, que a menudo se filtra incluso en los argumentos menos sospechosos. Por último, la creación de una mitología propia que va desarrollándose en diferentes proyectos, incluso cuando no guardan relación entre sí.

Además, conviene no dejar de lado sus influencias más obvias: Tardí en lo gráfico, sus compañeros de independencia en lo metodológico. (Hay más, claro: el folletón...)


La conjunción de todo esto da lugar a que toda su obra comparta un tono poético reconocible, característico. (En ese sentido, y no sé si no estaré aventurando paralelismos fuera de lugar, se acerca a nuestros Jali y Luis Durán, o al gran Ulf K.) Un tono que también define a La lectura de las ruinas, el enigmático álbum cuya portada les dejo aquí mismo.

En él se narra la peripecia de un folklorista contratado por los servicios secretos franceses para buscar a un ingeniero huído, un ingeniero empeñado en la creación de fascinantes aparatos de guerra que parecen arrancados de las fantasías macabras de un futurista deprimido: cañones de sueños, alambradas vegetales de crecimiento imparable... Un ingeniero obsesionado por la decodificación del lenguaje de las ruinas, de la violencia, de la guerra.

Ráfagas de Tardí y su Guerra de Trincheras, de Kafka, de Verne. Y un aliento dramático de romanticismo arrebatador, áspero y oscuro.

Lo editó Dupuis en 2001, en su colección Aire Libre. Confiemos en que alguien por aquí tenga a bien obsequiarnos con una traducción...

grises

A veces tiene uno la sensación de que a la realidad le están creciendo como grietas, unos desconchones que van apareciendo en las esquinas de cada día. No sé, de repente una visita al médico, o una llamada telefónica y malas noticias. Y esa cisterna que no deja de gotear.





En todo caso, es viernes y ha amanecido en blanco y negro. El otoño se nos echa encima...

jueves, 22 de septiembre de 2005

otra imagen


Otro regalo.


Es que he estado haciendo unas compras esta mañana. Ya saben, camisetas y esas cosas, que hay que prepararse para el nuevo curso. Y alguna cosa de música.


Pero a lo que iba. Cubierta de Ana Juan para el último New Yorker. Nueva Orleans y eso, ya imaginarán...


Además, en la revista hay unos dibujos chiquitos de Swarte, lo crean o no. Luego ya, si acaso, la pueden leer... alguna cosilla hay de interés.


Por lo demás, no se piensen que hace ni pizca de frío.

miércoles, 21 de septiembre de 2005

deuda




Les dije en su momento, cuando hablaba de La época de Botchan por vez primera, que varios de los personajes tenían alguna obra editada en castellano. Colgué algo del protagonista, Sôseki Natsume. De Lafcadio Hearn hablamos más de una vez, y alguna imagen de sus libros habrán visto por aquí.

Me quedaba Ogai Mori, y aquí tienen la cubierta que no encontraba entonces.

Bonita, ¿verdad?

No les digo más: lean La época de Botchan. Y busquen en sus librerías, que estas cositas merecen la pena... Se llevarán más de una sorpresa.

miércoles y ahí vamos

Es que hay días que no apetece escribir aquí. Y no por nada. Es que no apetece, ni aquí ni en ningún lado. Días de sofá y libro. Días de mando a distancia. Días como al ralentí.


Pero les dejo, a cambio, una fotografía.

Esa melancolía...

martes, 20 de septiembre de 2005

martes de cuesta abajo

Porque, ya que estamos, creo que es justo que les diga que se me acaba esta segunda tanda vacacional. Por si estos días descubren que lloro más de la cuenta... sean magnánimos. (Lo más grave: vuelvo al trabajo justo el domingo; precisamente, ya ven. Un asco, vamos...)


Novedades cotidianas: me he cortado el pelo hoy, compré móvil nuevo ayer, que el anterior renqueaba ya de forma lamentable.

Novedades de papel: El Napoléon de Notting Hill, del señor Chesterton, santo patrón de este espacio, ya saben. (Uno de ellos, en fin...) Edición de Pre-Textos, en su colección de clásicos. La encontré, después de una búsqueda de meses, en Moyano, a ocho €uros, en un estado más que razonable. Las primeras páginas derrochan ya ironía. Me va a encantar, lo sé ya...

Novedades televisuales: que me cuentan que está en la calle un pack DVD con La joya de la corona, una vieja serie británica con Charles Dance, ambientada en la India colonial, de la que tengo muy buen recuerdo. Y me cuentan que el mes próximo aparecerá la segunda temporada de Colombo. (Me cuentan más cosas, pero mi memoria es misericordiosa y las he olvidado todas, que el bolsillo me duele por adelantado...ay...)

Más papel: ando leyendo otro paperback de DC; Cat Woman. Wild Ride. Me gusta.


Y les dejo ya, que todavía no tengo claro para qué sirven la mitad de las teclas del telefonino, que dicen los italianos...

lunes, 19 de septiembre de 2005

un año

Según Blogger, esta entrada haría el número 482. Comprenderán que no me ponga ahora a contarlas para comprobar si acaso, pero se me antoja un número razonable, teniendo en cuenta que justo hoy cumple esta bitácora un año en el éter y que, a pesar de no haber sido tan regular como mucha gente cree, he tenido unos cuantos días de redactar más de un post.

Tampoco viene al caso, en fin.


Eso, un año aquí. Decir que se me ha pasado volando sería marear los tópicos, así que mejor lo obviamos...


Durante este tiempo he dado unos cuantos bandazos, se habrán dado cuenta. He ido de lo muy personal a la mera información, escueta y hasta objetiva. Procuro hablar de tebeos, pero también de cine y de libros. Y de músicas. Sin embargo, cuando más cómodo me encuentro es cuando me dejo llevar por el formato y les cuento lo primero que se me pasa por la cabeza... lo que significa que irá habiendo más de lo segundo en lo sucesivo, sin abandonar lo primero.


El formato, por cierto... Sería hora de hablar un poco sobre él.

Verán, el año pasado, al poco de abrir este espacio, se publicó mi primer libro. Este año ha visto la luz otro, colectivo. (Alan Moore. Magia y precisión. Sinsentido; y De Madrid a los tebeos. Una mirada gráfica a la Historieta madrileña. Ayuntamiento de Madrid. Área de las artes.) En cosa de unos meses aparecerá en el mercado francés mi primer álbum, en colaboración con Lorenzo F. Díaz y con imágenes del gran Ricardo Machuca. Libro que tendrá coedición española por parte de Dibbuks, ya lo saben.

Además, llevo mucho tiempo publicando aquí, allá... Un poco de todo y en todas partes. Teoría y opinión. Algún guioncito...

Ver el resultado de tus esfuerzos por fin ahí, sobre el papel, a la venta en las tiendas... es un subidón, una experiencia que no se agota nunca, es siempre nueva. Un empujón, una incitación a hacer otras cosas, más cosas.

Pero, qué quieren... no hay nada que se parezca a esto que ahora mismo estoy haciendo. La inmediatez de teclear este texto, de dejarse llevar por las palabras, por la lógica del discurso, para pinchar luego en publicar entrada y... y ahí está, en el éter, al alcance de todos, listo para que lo lean ustedes.

Y la inmediatez de la respuesta. Comprobar, al cabo de unas horas, al final del día, que ha habido un número de visitas, una cantidad de gente que ha pasado por aquí y me ha leído. Comprobar que ha habido dos, tres, diez respuestas, un puñado de comentarios que son una reacción a lo que he escrito, una diferencia de opinión, un gesto de complicidad. Esto, señores, no tiene precio.

Y, además, engancha. Mucho.


Qué quieren... No esperen demasiados cambios en los próximos meses por aquí. O sí, que esto depende de cómo se levante uno cada mañana, o de cómo le haya ido el día...

Confío en contar con ustedes para, como mínimo, otros doce meses.

domingo, 18 de septiembre de 2005

de domingo

Sale uno a la calle y echa de menos una chaqueta o algo... Se acerca el otoño, parece. (Y eso que el cielo está azul, limpio; y el sol y etcétera, no les aburro...)

Con El País, primera entrega de la colección de novela histórica: El clan del Oso Cavernario, de Jean M. Auel. Novela que no acabo yo de considerar estrictamente histórica, no sé si no me equivoco... pero que es, eso sí, abrumadoramente comercial. (Hablo de ventas, no de calidad, que ni la he leído ni me interesó nunca.) Jacinto Antón la defendía con gallardía ayer en el periódico. Es un tipo con criterio... lo cual me llena de dudas, claro.

La edición, por cierto, ha dado un salto cualitativo con respecto a las anteriores colecciones: mejor papel, solapillas. (En el diseño sigue el estudio de Estrada.)

El miércoles hay una de Gore Vidal: Juliano el Apóstata. Picaré, supongo. De las demás, pocas me llaman la atención. No es un género que me atraiga...



Yo, por mi parte, continúo con la señorita Yoshimoto. Me quedan un puñadito de páginas, apenas. El libro recoge dos historias diferentes, breves, unidas por la atmósfera de tristeza. En la primera se habla de una amante ya muerta y hay, además, una aparición; un fantasma, sí. En la segunda hay una muchacha en coma irreversible, no puedo adelantarles más.

(Y, por tremebundo que suene cuando yo se lo cuento aquí, luego, cuando se lee, resulta de una ligereza refrescante... Difícil de explicar.)

sábado, 17 de septiembre de 2005

un par de notas

Nada, que el sol ha vuelto. Aún hace fresco a ratos, eso sí...

(Me he comprado zapatos nuevos. Ejem...)


Curioseando: un artículo sobre el éxito arrollador del shojo (manga para chicas) en los USA. Se habla de cifras de ventas espeluznantes. De cómo hay libreros que lo rechazan (y algún editor) por el contenido más o menos explícito (sexo, lolitismo, travestismo, relaciones homosexuales...), pero en general se mantiene por debajo del radar de todas esas asociaciones cristianas (o no) que luchan por prohibir libros nocivos (los de Roald Dahl, sin ir más lejos; por no hablar de Harry Potter, ya se imaginarán...), debido a su condición de historieta. Las chicas los prefieren porque son románticos, porque los dibujos son mucho más atractivos que los de los tebeos de superhéroes, porque se sienten más identificadas.

Y un dato: se abre la posibilidad de fidelizar a ese público con un género específicamente pensado para chicas de veintitantos, que viene a ser la puesta de largo del shojo...



Curioseando: tengo muchas ganas de ver esto. En serio...

nubes

Amanece en gris. Incluso ha llovido algo, cuatro gotas. (También anoche, a la hora de irse a la cama...)

Sábado.

Y me sorprende no haber leído menciones al tebeo del jueves de El País: un Paracuellos, de Carlos Giménez, ya saben. No el primero, pero aún así... Si aún no lo tienen y pueden rastrearlo por ahí, échenle un ojo. La relectura es agradable. (Y si lo tienen, búsquenlo también: es buen regalo.)


En Babelia, hoy, Justo Navarro habla de Jonathan Strange & Mr. Norrell. Parece que le ha gustado, pero de compromiso... Eso sí, si les interesa la novela no vayan a leer la reseña: se limita a contar el argumento; muy a vuelapluma, pero lo cuenta casi todo.


Y sigue nublado... El sábado promete...

viernes, 16 de septiembre de 2005

banana

Tengo ahora mismo a mi lado, al alcance de la mano, un nuevo libro de Yoshimoto Banana, autora japonesa a la que me gusta volver de cuando en cuando, y de la que procuro comprar todo lo que encuentro... (En castellano, que es poco, y en inglés, que algo más sí va habiendo...)

Trasteando para encontrar alguna imagen que ponerles a ustedes, que las cubiertas de sus libros suelen ser atractivas (especialmente las de Faber, pero las de Tusquets, aquí, no son mancas...), he dado con su página oficial, o algo que se le aproxima bastante. Se la dejo acá, por si quiere alguien curiosear.

¿Por qué me gusta leer a esta mujer, casi siempre al borde de lo superficial, casi siempre más cerca del japón pop que uno ha aprendido a amar en determinados manga, en las portadas de los discos de Pizzicatto Five, en cierto cine, en las novelas de William Gibson? Pues el caso es que ni yo mismo lo tengo claro. Puedo decirles que sus obras suelen ser breves y están escritas en un estilo frágil. Algunas de sus imágenes, algunas de las cosas que cuenta, algunos de sus personajes, parece que fueran a romperse si uno se acerca demasiado... como si un soplo de aire pudiera desbaratarlo todo. Hay en sus páginas una magia de papel, origami de palabras y sentimientos. Y hay una cadencia, una tersura especial.

El primer libro que leí suyo fue Kitchen. Está en castellano, lo editó Tusquets primero en Andanzas, luego en Fábula. (Aún se puede encontrar esta última edición...) Para mí fue una sorpresa, un soplo de aire fresco, burbujeante. Desde entonces, procuro seguirla en la medida de lo posible. (Me gustan mucho las ediciones de Faber, pese a los precios...)


Ahora (en cosa de un ratito) empezaré a leer Hardboiled/Hard luck, y ya les contaré cómo va la cosa. En principio, qué quieren... me las prometo muy felices.

espejos

Si uno se mira a sí mismo a lo largo del tiempo...

Es difícil reconocerse, ¿verdad? Quiero decir, ¿soy yo este tipo que chapoteaba en la adolescencia y se dejaba llevar por una corriente u otra, que se pensaba tan especial? Y se plantó en una reunión de no sé qué encarnación de una Sociedad Española de Ciencia Ficción, en una cervecería con solera cerca del metro de Retiro, y asistió religiosamente a unas cuantas reuniones, sin abrir la boca apenas. Y escribió unos guiones tristes (en todos los sentidos), y un cuento que... bueno, mejor olvidarlo.

¿Soy yo quien se largó a Barcelona con lo puesto y un incauto compañero, a un Saló, como el que no quiere la cosa, y acabó cenando galletas la última noche en la habitación de la pensión, sin un duro para más, sin haber hecho otra cosa que mirar, oh, mirar a profesionales que firmaban en los stands?

Pero soy también ese otro que pasea con las manos en los bolsillos y maquina proyectos antes de volver a casa... y se le va la fuerza en tantas cosas. Se le va la fuerza, pero no deja de inventar, de planear, de anhelar.



¿Somos siempre nosotros mismos? Seguro que no...

No me reconozco ahí, no me siento yo recordando algunas cosas. El yo de ahora, digo. El yo de hoy, el que lee lo que lee, el decidido a cosas tan diferentes de hace unos años, sólo un puñado de años...


Quizá no sea el mismo yo, después de todo.



(Que conste, eso sí, en acta: me gusto ahora más. Qué demonio...)

jueves, 15 de septiembre de 2005

tiempo

Las horas, despacio.

Me gusta que la luz vaya retirándose del cuarto, que por la ventana se vaya oscureciendo el cielo, la fachada de enfrente. Que suene música suave mientras curioseo en la Red, o mientras hojeo con pereza algún libro que no sé si animarme a leer ahora, una revista.

O mientras abro la plantilla para escribir estas líneas, una entrada nueva, al azar, construída un poco de la nada, del ruido de los pasos en la acera, de un puñado de canciones melancólicas.

A veces me quedo a oscuras del todo, iluminada la habitación por la pantalla sólo. Y vuelvo a poner el mismo disco antes de levantarme, beber un poco de agua fresca, apagar el ordenador, encender la luz...

A veces me enfrento a las palabras sin nada preparado, sin saber de qué quiero escribir. Sin saber si quiero, siquiera.

Eso, ese juego, es esta bitácora, también. Dejarse llevar. Contar de la calidad de la luz ahí fuera. Contar de esa pereza. Contarles...

jueves (y luto)


Lo he leído hoy en el periódico. Y en la Dixtopía. Ha muerto Robert Wise. Abundar en sus méritos, reiterar los datos de su filmografía... no es este sitio para hacerlo. Pero sí para recordar que dirigió esa joya, Curse of the Cat People, que suele considerarse obra menor: no hagan caso; si pueden hacerse con ella de alguna manera, no lo duden. Es de una belleza extraña, irresistible.

(Dirigió también el primer largo de Star Trek, La amenaza de Andrómeda y Ultimátum a la Tierra... pero, ya he dicho, tienen su filmografía por ahí, a mano.)


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El vecino Xastriño incluye de cuando en cuando interesantes entrevistas en su espacio. Por ejemplo, aquí tienen la última: al habla con Bartolomé Seguí, uno de esos nombres que no suelen pronunciarse a menudo en nuestro mundillo, pero que ha firmado páginas notables a lo largo de las dos últimas décadas.

Disfrútenla. (Y busquen sus libros, qué caramba...)


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Leo (otra vez Dixtopía) que se va a publicar en breve (quizá esté ya en alguna tienda) Jonathan Strange & Mr. Norrell, de Susanna Clarke. Edita Salamandra.

A mí, ya lo dije, la novela me gustó.


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También debe estar a punto de llegar a las tiendas Los cañones de oro, primer álbum de El Perdición, a cargo (ya lo saben) de Carlos Puerta y Lorenzo F. Díaz. Edita Dibbuks.

Yo, ya lo saben, he tenido la suerte de leerlo. (Aún más: he tenido la gran suerte de asistir, en parte, a su gestación y nacimiento.) Qué les voy a decir... Es un gran libro. Escrito con buen pulso, con sentido del ritmo; escrito sabiendo lo que es dosificar una intriga y caracterizar a los personajes gracias a los diálogos.

Las imágenes son atractivas, eficaces, atmosféricas. Choca, en un principio, el estilo cartoon de los personajes, quizá por el aspecto realista de los fondos y las texturas de los colores, pero a la altura de la segunda página todo encaja y ya uno se deja llevar por la aventura.


Dos pegas: la maqueta es... fea, no hay otra palabra. En especial si uno le da la vuelta al álbum y mira la contraportada. Y los créditos aparecen con un cuerpo demasiado grande...

Son problemas que están en la edición francófona, también.


En cualquier caso, no dejen de hojearlo en su librería de guardia. Y ya verán cómo no pueden evitar llevárselo a casa...




(Habrá quien piense si no hablo demasiado de los libros de mis amigos... Bueno, si hablo tanto del libro es porque me parece cojonudo. Créanme, no conozco de nada a Susanna Clarke y también he mencionado y alabado su libro unas cuantas veces. Pero sí, claro, Lorenzo y Carlos son amigos y hablaré de su trabajo siempre que tenga oportunidad. Así son las cosas aquí.)

miércoles, 14 de septiembre de 2005

alguna lectura

Buenas tardes.

El sol entra por la ventana, me lo habrán leído más de una vez... pero es que es verdad. Se me derrama sobre el teclado que es un gusto...

(Tengo la lavadora puesta: que no se me olvide.)


Les comentaba anoche que he estado leyendo... Sí, ya les conté que me habían llegado unas cosas del otro lado del Atlántico. He estado dando buena cuenta de la mayoría de ellas. (No, todas no: ¿qué voy a dejar para mañana, entonces?)


Del otro lado del Atlántico, sí. Cosas de DC, cosas de Marvel. De Oni Press. (Leo de todo, por si no habían caído... O casi.) Algunas cosas, notables. Por diferentes razones.

Vayamos por partes.

Primero, lo que leí primero, nada más desembarcar en casa, en el sofá. Andi Watson. Nueva entrega de Little Star. Este hombre no me decepciona (pese a que su Love Fights procuraba manejar registros demasiado dispares y, a veces, chirriaba): narración cotidiana, meditada, en la que se habla de compromisos y de sueños, de relaciones de diferente tipo (sentimentales, de amistad, de trabajo...); resuelto en clave liviana y con una hermosa metáfora recurrente, la del astronauta náufrago irremediablemente atraído hacia el agujero negro...

Después, algunas cosas que suelo leer con provecho: el Daredevil (insisto) de Bendis y Maleev, por ejemplo. Los mutantes de Whedon y Cassaday (final tramposo, pero prometedor). City of tomorrow, de Chaykin, que sigue siendo inventivo incluso en lo fonético: doppelgangsters, Cosa-nanostra, Francis X. Macchina... Además, Albion, con ese momento chispeante: Thatcher ojo-mágico.

Y el Locus, para mantenerme mínimamente al día, ya saben...


Y un par de cosas de las de leer más despacio. Primero, The Forty-niners. Alan Moore (palabras mayores) y Gene Ha. Una especie de precuela de Top Ten. O, más bien, una historia que tiene lugar en el mismo universo, pero muchos años antes. Al final de la Segunda Guerra Mundial. La lectura resulta un poco trabajosa, debido a la meticulosidad de Ha, empeñado en introducir a todos los personajes imaginables como figurantes, desde secundarios de Little Nemo a Brutus, pasando por... todos; o casi. (Bueno, debido a su meticulosidad y a su manifiesta torpeza a la hora de narrar.) El guión de Moore, como de costumbre, es impecable, bien entramado, intrigante, inteligente. Pero no es en absoluto novedoso, ni aporta nada a lo que ya había desarrollado en los diferentes títulos de la línea ABC. (Es más, tengo que decir que la homosexualidad del jovencito protagonista se ve venir de lejos, como el problema con los pilotos...) Está bien reflejado, eso sí, el espíritu de cambio y de incertidumbre de la época y de la situación que los protagonistas viven. Y un emocionante sense of wonder que viene con olor a papel viejo y héroes de otro tiempo...


Luego, y hablando de sense of wonder y de héroes pretéritos y contemporáneos, el primer paperback de la segunda época de The Ultimates. Millar y Hitch. Otro registro, ya ven. No ya diferente: opuesto. Los autores plantean en este título, ya se ha dicho en otros sitios, un tebeo que sea el equivalente de las actuales películas de acción, con mucha tecnología, explosiones, gente que suda, chistes ingeniosos, caras conocidas y situaciones perfectamente imposibles. Y lo hacen de forma impecable, reinterpretando personajes de sobra conocidos en clave... no sé, ¿post-John McTiernan?

Yo, me van a permitir que se lo cuente, me divierto mucho con estos Vengadores sacados de contexto.


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Entrada larga, no sé si un poco espesa, que tendría que haber colgado a lo largo de la tarde. Problemas con blogger, con la máquina de subir imágenes primero, con el resto después. (Menos mal que pude guardarlo como borrador...)

Ahora, claro, ni entra el sol por la ventana ni tengo la colada por hacer. Pero puedo contarles que he estado viendo el episodio de ayer de El ala oeste de la Casa Blanca y cada vez me reafirmo más en mi entusiasmo.

martes, 13 de septiembre de 2005

interferencias

Más bobadas de las que se leen por ahí: que la derecha cristiana yanqui ha tomado como bandera esa extraña película de pingüinos, ya saben, esa que en español han doblado Coronado y la Verdú (y, en inglés, Morgan Freeman). Porque defiende, dicen, los valores familiares. Y porque pone en solfa el evolucionismo. (Bueno, más bien eso del diseño no inteligente y tal...)

Los datos, aquí. Pasen y lean.


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Cambiando de registro: si se dan una vuelta por el Blog Ausente podrán participar en el concurso que su anfitrión, el señor Absence, ha organizado con el objeto de elegir una cabecera para su bitácora, ahora que ha cumplido ya un año en el éter.

Si se dan una vuelta, decía, podrán disfrutar, además, de recientes entradas más que jugosas. No se lo pierdan, qué caramba...


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Y cerrando ya, que no son horas, comentarles que hoy he leído una barbaridad, pero ya mañana les cuento algo al respecto, si les parece...


(Ah, mañana: que no se me olvide comentarles que justo mañana, a eso de las siete de la tarde, Luis Durán firmará sus libros en Madrid Cómics; aquí al lado, sí: en Madrid.)



¿El título? Es que estoy recuperando a Radio Futura... (A mis años, sí... ya ven...)

o deprisa, que a veces...

Mañana de sol y de tebeos. Que ya se echaba en falta. (Lo segundo, más bien; las nubes nos han durado tres días escasos...)

Pero, mientras tanto, unas cuantas noticias y comentarios que me han ido saltando a la vista mientras hojeaba.

A ver, por un lado leo que Adolfo Domínguez, que fuera adalid del look lacio y la cara de ajo, ha decidido empezar a vender tallas grandes en sus tiendas. Y relojes. Y lo que sea menester. (El tipo no me cae muy bien, no sé si se nota: por su actitud mística y por la desvergüenza con que justificó, no hace mucho, eso de trasladar sus talleres a países con leyes laborales menos estrictas...)

Por otra parte, leo en Locus que se ha presentado una versión robotizada de Philip K. Dick, interactiva y tal. El escritor, sí. El de los androides y las ovejas eléctricas, sí. Paradojas. Hay una dirección para enterarse con más detalle del proyecto...

Leo, también en Locus, que el pasado 6 de julio murió Evan Hunter, que trabajó también con diversos seudónimos, entre ellos el más conocido de Ed McBain. Escribió Ciencia-Ficción y escribió policial, y escribió el guión de Los Pájaros para Hitchcock. Suficiente para que se le recuerde, creo...


En fin, esas cosas.


En otro orden de cosas, y si me permiten el arrebato de frivolidad (sí, más todavía), déjenme decirles qué gran disco es el Maratón ye-yé de Los Soberanos...

lunes, 12 de septiembre de 2005

despacio

Ah, el lunes se termina.

La copia de La legión invencible (John Ford) que están pasando en Casa Garci tiene una pinta un poco rara... no sé, un color medio así, como que no... (Y del doblaje, no hablamos...) Pero, vamos... que igual es mi televisor...

Y desde esta mañana, a eso de las once, reponen Las chicas Gilmore, en La 2: imprescindible.

Y ha salido el tercer tomo de La época de Botchan, un excelente trabajo de Taniguchi, sobre guión de Sekikawa Natsuo, editado por Ponent Mon. Manga histórico, sí. Brillante. A ver si encuentro tiempo para contarles algo más, después ya de tres entregas...


Además, he recibido un jugoso paquete de ultramar, ya saben, con tebeos, con alguna revista, con dos o tres álbumes. Bastante lectura. (Prometo, claro, compartirla, en la medida de lo posible, con ustedes...)


(Les comento, por cierto, y ya que en ello estamos, que mis lecturas siguen a buen ritmo, pero errático. Voy ya muy adelantado con El ascenso de Endymion, que se lee sin sentir, y avanzo con los artículos de Lethem. Tengo un par de antologías de cuentos de las que voy picoteando, además. Según me da... Vacaciones, en fin.)


Eso, que el lunes se termina. Ya mañana...

domingo, 11 de septiembre de 2005

11

Inevitable acordarse. (Y eso que no he encendido la televisión todavía...)

Que el cielo se esté vistiendo de gris plomizo ahora mismo no ayuda a olvidarlo.


Recuerdo la televisión ese día. Y los días siguientes, pero sobre todo ese día, toda esa tarde. Las imágenes increíbles, perturbadoras en su hiperrealismo. Era difícil creer lo que se veía. Era imposible apartar la mirada.



Se dijeron muchas cosas. Muchas tonterías. Se dicen, aún.

Una cosa es cierta: el siglo XXI empezó, en realidad, hace cuatro años. Justo cuatro años. Para bien o para mal.

No: para bien y para mal.

sábado, 10 de septiembre de 2005

sábado afternoon

Vengo de comer por ahí, por el centro. Había que hacer unas cosillas, y ya de paso, carpaccio y un poco de vino tinto, combinación irresistible.

Después de la comida, claro, un paseíto por tiendas: ropa, complementos; y una incursión breve en la FNAC para ir tanteando cómo se presenta el nuevo curso. Demasiado breve, o a lo mejor me he entretenido más de la cuenta, el caso es que ha habido que salir por piernas...


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Anoche, en una pequeña maratón, terminé de ver Firefly. Ya saben, la serie frustrada de Joss Buffy Whedon. No sé qué decirles que no puedan imaginar. Me gustó, sí. Dependiendo del capítulo, me gustó mucho o muchísimo. En general, merece la pena. Es un producto inteligente, bien disfrazado y con dos o tres ideas de guión y de ambientación más que notables. Quizá alguien se decida a emitirla en nuestro país, vaya usted a saber...

Mientras tanto, esperaremos el estreno del largometraje, a ver cómo se maneja el señor Whedon en pantalla grande.


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La incursión en la FNAC no ha terminado sin resultados tangibles, no crean. Me he traído a casa el último número de The New Yorker, un especial dedicado a la comida que incluye (ese ha sido el anzuelo que no he podido evitar morder) un puñadito de cartoons de Charles Addams, además de una ilustración de Loustal, un montón de artículos que parecen jugosos y, como anécdota, un texto en el que se habla de cómo se sirve el perro en Vietnam...

viernes, 9 de septiembre de 2005

onírico

Mañana azul: un cielo limpio como hacía tiempo.


Esta noche he soñado. Pero no teman, no soy David B. Lo mío es más prosaico. He soñado que el gran Carlos Puerta se retiraba de lo gráfico para dedicarse a dar clases de esgrima.

Como lo leen.

(Y lo cierto es que al tipo le sentaba francamente bien la levita...)


También he soñado que deambulaba por un edificio grande, lleno de gente (el edificio en el que trabajo, a la sazón, je...), mientras intentaba contactar con alguien utilizando el teléfono móvil, pero estaba infectado por un programa incomprensible que llenaba la pantallita de cuadros sinópticos y gráficos y listados y códigos alienígenas.


No he soñado nada más, que recuerde ahora. Pero me he despertado antes de lo que me parece saludable...



Una vez delante del ordenador, me he reído un ratito.



El día promete ser relajado.


Por cierto, y ya que ha salido a colación Carlos, comentar que Lorenzo F. Díaz estará hoy, presumiblemente y si el tiempo y las carreteras lo permiten, presentando su libro común (la primera entrega de El Perdición, que edita aquí Dibbuks) en Avilés. Si se pasan por allá, no se lo pierdan, que estos días está sembradito...

jueves, 8 de septiembre de 2005

discusiones

Por ahí al lado, en La Cárcel de Papel, se discute al respecto de editores y de autores. Con argumentos sólidos, desde diferentes experiencias y puntos de vista. Debate: como debe ser, en fin.

Distintas opiniones: el autor no es nadie sin editor, porque el autor no lo es hasta que tiene lectores a quien llegar. Puede ser un gran narrador, un excelente ilustrador, un historietista brutal, pero sin nadie al otro lado de su propuesta, no es nada. Por tanto, el editor es una pieza clave en la ecuación que nos define: comunicación.

Más opiniones: pero es que sin autores, ay, ¿qué son los editores? Nada. Quien arriesga es el autor, el editor se limita a empaquetar. Y a procurar engañar en la medida de lo posible al autor (y al público, por añadidura, pero esa es otra...)

Puntos de vista: y esos autores que procuran pactar condiciones por debajo de lo sensato con editores sinvergüenzas, dejando en la estacada a sus compañeros, arrastrando por el suelo el concepto de profesionalidad y honestidad. Los que no ponen pegas a publicar gratis, con tal de publicar. Los que callan cuando el editor los engaña, cuando no paga o lo hace a regañadientes, o por debajo de lo estipulado. Los que aceptan trabajar sin contratos legales. Los que aceptan que el editor incumpla los contratos, legales o no. Y ni siquiera lo hacen público, para que el resto de compañeros, posibles futuras víctimas de la rapacería del estafador, vayan sobre aviso...

Miradas: o esos autores, también, que firman (o no) unas condiciones que luego no cumplen. Los que cobran un adelanto (se dan casos, sí...aunque eso del adelanto no es algo que se dé entre editores de aquí) y luego no entregan, y se hacen los suecos y se quedan, si pueden, ese dinero. Los que retrasan fecha de entrega o entregan, sí, pero muy por debajo de la calidad mínima exigible, con la excusa de que el precio, pactado de antemano y, por tanto, aceptado, es muy bajo.



Una industria raquítica y un montón de gente que no parece consciente de que lo que son, editores o autores, deberían serlo de forma profesional, honesta.

Con excepciones, claro. Notables.


El debate, en casa del vecino, ha surgido de manera espontánea, a raíz del último Luis Durán, o algo así. Como empezó, acabó: después de que se expusieran diferentes posturas. Lo que interpreto como un indicio más de que está ahí, latente. El debate, digo. Un debate necesario que ponga un poco en orden nuetra industria, aunque sea por escrito...

más enlaces

Pues sí. Aquí, los chicos de La BD (gente esforzada que está llevando a cabo un excelente trabajo informativo) reproducen un artículo aparecido en La Vanguardia y firmado por Grace Morales, miembro activo de la Mesa Nacional de Mondo Brutto, esa gran revista. Se trata de una reflexión en torno al tebeo femenino, a raíz de la recuperación de la obra de Purita Campos, y en torno al tebeo para mujeres; y en torno a lo que las mujeres leen o no.

Es interesante.


Con ella les dejo.

miércoles, 7 de septiembre de 2005

curioseando

Dos cosas. Por un lado, me encuentro esto mientras enredo por aquí al lado. Me llama la atención, y se lo dejo a ustedes para que lo lean. No puedo evitar la sensación de que el señor Michael Moore se deja llevar por su capacidad histriónica, y hasta prefiere una buena demagogia que un discreto razonamiento... pero, aún así, el texto viene al caso. Y las imágenes que no dejan de aparecer en todas las pantallas justifican cualquier tipo de rabia.


Por otro lado, y en un registro menos crispante, les dejo aquí una dirección de la que pueden bajarse el último libro de Charles Stross, Accelerando, uno de esos títulos de Ciencia Ficción que, parece, están destinados a remover un poquito las cosas. Está en inglés, sí. Acaba de editarse (mes más, mes menos). Y es perfectamente legal todo, no me miren así...



Y poco más, por ahora. Un poco de lectura...

nublado

Nada, fue meterme en la cama y empezó a caer agua con verdadero empeño, ahí fuera. Como para llevarme la contraria, o algo. Esta mañana ha amanecido así, también: con lluvia. Ha parado enseguida, pero el cielo ha quedado cubierto, el aire olía a fresco, a casi limpio. Ahora mismo, desde la ventana veo nubes grises arremolinadas, como brochazos grumosos.

Refrescante.



Lleva sonando toda la tarde música trivial, de esa que te hace burbujear la garganta: Vacaciones, Juniper Moon.


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Desde ya se lo digo a todos ustedes: estoy del partido de fútbol de hoy hasta los mismísimos. A mí, que ya de entrada detesto el balompie (y los demás deportes-espectáculo, por cierto), y que además no soporto patrioterismos idiotas, todo este jolgorio y esta fiesta de banderitas al viento e ilusiones que no me sé explicar... como que me viene muy grande, o muy pequeño, no sé: pero que me aburre.

Y que me jode, vaya.


(Eso, por no hablar del premio al de los bólidos...)

noches

En la televisión, Charlotte Rampling juega su extraño juego con Dirk Bogarde en esa perturbadora coreografía de deseo y dominación que filmó la Cavani hace ya mucho tiempo, y que conserva aún gran parte de su capacidad de fascinar.

En la calle, apenas se escucha algún coche. Hace aire. No hay gente remoloneando en las aceras, conversando, enredando... Se conoce que el primer soplo de otoño inminente (que es un aviso, nada más: el sol volverá mañana, ya verán) los ha asustado a todos.

En el montón de ya leídos después de un tiempo, las cuatro entregas de Big Foot que firmó Corben este año. Un tebeo de terror narrado y dibujado con profesionalidad envidiable, pero prescindible del todo, si no se es completista del de Kansas.


Un par de Locus examinados a conciencia: apunto títulos y nombres, en busca de cosas para leer en los meses próximos.



Un par de cosas ya terminadas y en camino. Otra cosa, más de ir despacio, en proceso. A ver si antes del fin de semana...

martes, 6 de septiembre de 2005

gris

Ah, da gusto levantarse y sentir que por la ventana se cuela un poco de fresco, y asomarse para ver que el cielo está gris, que huele a otoño, que hay quien pasea con una rebequita puesta ya (que la gente es, por cierto, más bien exagerada, ya me dirán si no...); da gusto darse cuenta de que se ha dormido casi casi de un tirón, aunque se levante uno un poco cansado después de varias noches de sudor e insomnio climático; da gusto abrir todas las ventanas y ver que los visillos se mueven y, en algún caso, descolocan uno que otro papel.

Que igual dura nada, unas horas, un día, no sé; y vuelve el sol, y las noches recalentadas. Pero la cosa es disfrutar del momento.


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Con respecto al día de ayer, qué les voy a contar. Charla relajada, una comida razonable. Me hice con el pack de Angel (segunda temporada). Se habló de cosas interesantes, se planteó algún proyecto del que no tardarán en saber.

El curso empieza bien, en general.


(Y, en la televisión, Horatio estuvo más chulo que nunca, pero la muerte del CSI rechoncho no acabó de ser todo lo dramática que hubiera debido ser, creo... Por lo que respecta a NY... no sé, tengo sensaciones contradictorias. Sinise es un tipo sólido, y algunos de los personajes prometen, creo; y lo plástico, esa fotografía en gris y azul, esa cámara que se aleja para abrir el encuadre, esa sensación de gente chiquita frente a la ciudad gigantesca... todo eso me gusta mucho. Pero el primer episodio fue tan... plano, tan monótono en su desarrollo, que no sé... Habrá que darle unas entregas más, a ver qué tal hace el rodaje...)

lunes, 5 de septiembre de 2005

día quinto


Eso.

De vacaciones, digo.


Recibo mail de Dibbuks: anuncian novedades para este mes. Envían PDF de cada uno de los libros. Como soy un manazas, robo las imágenes de La Cárcel. (Thanks, Álvaro...)

En primer lugar, nada menos que la primera entrega de El Perdición, sobre guión de Lorenzo F. Díaz y con imágenes del gran Carlos Puerta. Háganme caso: nunca leyeron una historia de piratas como esta. Cuando la terminen, querrán más... Conscientes de ello, los autores andan ya enredados en la siguiente entrega. He visto las primeras planchas, son espectaculares.

Además, El gabinete chino, de Nancy Peña. Y Una buhardilla en París, de Sergio Meliá. Y otro cuento de Ricardo Esteban, con ilustraciones, en esta ocasión, de Juan Berrio: La moto de papá.

Como ven, una apuesta fuerte para abrir el curso nuevo.


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Anoche vi otros dos episodios de Firefly, que me confirman en lo que ya les conté: la cosa mejora por momentos. (Ya el cuarto está escrito por Jane Espenson, con eso se lo digo todo...)

Esta noche no. Porque Tele5 estrena la tercera temporada de CSI: Miami y la primera de CSI:New York. Cita doble para mí, que ni estoy cableado, ni tengo parabólica, ni me canso de ver las peripecias de Horatio y compañía.

(Dicen que CSI: New York es más floja, que no acaba de definirse... Ya veremos. A mí, ya les dije, el capítulo de presentación en Miami me gustó mucho...)




En fin, les dejo ahora, voy a leer un rato.

domingo, 4 de septiembre de 2005

domingo oriental

En fin, tampoco tanto. Es que he estado viendo, en la sobremesa, La casa de las dagas voladoras, de este chino de aire adusto, ya saben, Zhang Yimou. Que es, después de todo, una historia de amor. De esas grandes como la vida, desesperada. (Bueno... y de desamor, también.)

Este hombre tiene un exquisito gusto para el color, para la composición. Las escenas iniciales dentro del prostíbulo son bellísimas, y toda la secuencia en el bosque de bambú. Por no hablar de ese último duelo en la nieve, rojo sobre blanco...

Uno no puede evitar la sonrisa en las secuencias de esgrima acrobático y de volatines asesinos, pero hay que admitirlo como lo que es: un código de género. Si puedo tragarme al último cow-boy borracho disparando como un campeón olímpico, si me tengo que creer que los galanes ancianos de Hollywood pueden enamorar a señoritas fascinantes con un mero encogerse de hombros... pues esto, también.

Una muy hermosa película, que vuelve a reconciliarme con este director... Habrá que recuperar títulos anteriores. (Me consta: están en DVD, baratos, El camino a casa y Ni uno menos; y Keep cool, creo... Las dos primeras eran deliciosas; la otra... pues eso, cool.)



En otro orden de cosas, me han prestado Firefly. Ya saben, esa serie de Ciencia Ficción que le cerraron a Joss Whedon y que luego, en DVD, vendió tantísimo que ahora está, el hombre, enredado con el primer largometraje. He visto ya un par de episodios, ya la cosa tiene buen cariz. Aunque el piloto es un poco... desconcertante, el segundo tiene ya todas las características del mejor Whedon: personajes bien perfilados, diálogos brillantes.

Ya les iré contando.



(Por cierto, que debo estar haciéndome un blando: hoy he leído varias cosas en EPS. Sí, además de la columna de Marías. Por ejemplo, el articulito autobombo de Rosa Montero, que me ha provocado una cierta curiosidad por su novela próxima... cosa que no había ocurrido desde... nunca. Y la tontada de los robots nipones. No sé, será la calor, a lo mejor...)



La banda sonora es hoy, de todas todas, de Los Planetas. Muchos de sus discos (uno detrás de otro, sí: así soy, compulsivo). Pero, sobre todo, POP. Y Una semana en el motor de un autobús.

sábado, 3 de septiembre de 2005

terramar-tv

Esta noche, en Antena 3, emiten la adaptación que se hizo de las novelas de Ursula K. LeGuin, con gente como Isabella Rossellini o Dany Glover.

A eso de las diez y pico.


Yo se lo digo porque tengo obligación, pero les advierto también que doña Ursula explicó en su momento que la engañaron del todo, que no le dejaron tocar una coma del guión y que eso que se filmó no es su Terramar. Que ni de lejos. Estaba muy descontenta y muy enfadada. No tanto por el resultado final, sino por cómo la torearon los de la productora prometiéndole una cosa y haciendo luego lo que les dio la gana. (Llegaron a decirle que sí, que vale, que sus lectores eran muchos miles, pero que se los pasaban por ahí mismo, porque los telespectadores eran muchos millones, así que ellos mandaban...)


Eso sí, hay dragones, hay magos... en fin, una superproducción de esas que ustedes saben...

y, el tercer día...

...tebeos.

En efecto.


Dos novedades de De Ponent en las tiendas. Contundentes. Dos títulos que añadir a la ya notable lista de libros importantes del año. Dos álbumes que ningún lector de este modesto espacio debería dejar pasar.


Por un lado, tenemos otro trabajo de Luis Durán, grafómano oficial del reino y fabulador extraordinario que, en este Nuestro verdadero nombre, nos ofrece un cuento moral plagado, como es costumbre, de símbolos, de magia y de atmósfera. Pensé que su Caballero de espadas era lo mejor que le había leído, pero ahora ya no lo tengo tan claro...

Pero es que, al mismo tiempo, De Ponent ofrece el segundo libro de Pablo Auladell, La Torre Blanca, una delicada historia en la que memoria, melancolía y sueños pendientes se hilvanan en un guión que parece construído con retazos (pero qué bien construído, qué meditado), un relato que habla de ilusiones perdidas, de cansancio y del mar. Y de los labios inalcanzables de alguna muchacha que pasea, siempre, por las playas de nuestra infancia. Y de la soledad. Y del afán de recuperar, de entender, de crecer.



De Durán se ha hablado mucho (y aún se hablará más: está creciendo a ojos vista, no creo que ni él mismo sea consciente de cuánto, ni creo que tenga nadie muy claro qué dirección seguirán sus títulos próximos), pero Auladell es conocido, sobre todo, como ilustrador. Su colaboración en Lanza en astillero resultó deslumbrante, pero la sensibilidad que demuestra en La Torre Blanca, la belleza de su propuesta, la serenidad de su puesta en página... son estimulantes, son sorprendentes. Y son una gran noticia.


Necesitamos más gente como Durán, y más gente como Auladell. Se puede hacer. Se puede contar, se puede narrar. Se puede ser lírico, ofrecer mundos personales. Se puede abrir las ventanas, comunicar.

Se puede soñar.

viernes, 2 de septiembre de 2005

segundo día

Por la mañana, de compras. Y una noticia en el móvil, cuando salía del metro, que me deja helado: mi amigo A ha tenido un infarto, está en la UVI...

Es un tipo afable, alguien que cae bien sin que pueda remediarlo. Un poco más joven que yo, apenas unos meses. Nos conocemos desde hace veinte años: entramos juntos a trabajar, la primera vez que nos pusimos el uniforme parecíamos niños de San Ildefonso... Estuve en su boda.


Puf...


(Y, en la televisión, un permanente chorro de imágenes apocalípticas. Nueva Orleans, Bagdad; ayer, Basdan, los restos de la escuela donde hace un año, ya saben... los niños, los soldados, los muertos...)


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Compras, decía.

Mirar en las librerías. Cosas, sí. Algunas cosas.

Incluso un calendario para el año próximo. (¿Precavido? No, es que luego, para diciembre o enero, ya sólo quedan los demasiado evidentes.) Con imágenes de Charles Addams. Muy bonito.

Y un Previews.



Esas cosas.

jueves, 1 de septiembre de 2005

día uno


Expirando, ya... con la pirotecnia de Misión Imposible II de fondo y el ventilador cerquita.


Esta tarde la he dedicado, fundamentalmente (y además de sudar), a adelantar algunas lecturas atrasadas que todavía tenía. Por ejemplo, el último paperback de 100 bullets, que me ha parecido menos monótono que los dos o tres anteriores. O el primero que edita Marvel de Powers, que me ha gustado mucho; porque a mí me gusta lo que Bendis hace, me parece un buen guionista, especialmente en Daredevil, en Powers, en Alias... (No suelo leer el resto de sus trabajos, la verdad.)

He leído, también, la primera entrega de Albion, la incursión de la familia Moore en la herencia de los tebeos ingleses que ahora Titan parece dispuesta a revivir, merced a un acuerdo con DC que no tengo todavía claro... Un primer capítulo que no dice mucho, más allá de lo previsible: el protagonista descubre que los viejos personajes que leía en su infancia son reales... El trabajo gráfico es muy triste... En fin, ya veremos cómo evoluciona la cosa, pero no promete grandes sorpresas...

Y un Plastic Man, hilarante.


Y el quinto Fanzine Enfermo, tan estimulante como ya es costumbre. (Me gusta mucho lo que hace Lola Lorente, y en este número están muy bien, además, las páginas de Alberto Vázquez.)


Una tarde entretenida, ya ven.

Supongo que los próximos días irán en la misma línea... y luego, ya veremos.

septiembre (bis)

Y tan relajadas, por el momento...

Todo se andará.

Por ahora, estoy dudando qué ver esta tarde... o qué ver esta noche, que también...

(Y sí, hay un par de cosillas cocinándose; y no hablo de comida, ahora, que ni eso: tiraremos de algún tupper que queda en el congelador, y ya mañana, si eso...)

septiembre

No ha acabado el día, pero la fecha ya es la de mañana: estas cosas digitales, ya saben.

El día ha sido largo y de despedidas. (Por vacaciones... o por finalización de contratos, en algunos casos: mucho peor.) Por la mañana he llevado a cabo una breve incursión, muy fructífera, en territorios DVD; me he traído, entre otras cositas, Primavera tardía y Otoño tardío, de Ozu, que se lo había prometido, o así, al amigo JJP. Y El prisionero: Patrick McGoohan; palabras mayores.

Trabajo, ya digo. Adioses y hastaprontos.

Calor. Mucho.


Y, en casa, El ala oeste... y Urgencias. Y una ensaladita con mozzarella y aguacate y tomatito, muy rica...



(Y, para mi sorpresa, el contador sigue avanzando: cada día parece que haya más de ustedes al otro lado... Gracias, qué caramba...)


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¿Les comentaba ayer de Avilés? Bueno, el amigo Jorge Iván ha colgado en su bitácora el programa de actos. Promete mucho: Maleev y Ann Nocenti, Lark, el gran D'Israeli, Muñoz y Fontdevila...


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Mañana (hoy, en fin... depende de cuando me lean) empiezan mis vacaciones. Caseras y relajadas (pero activas, eso sí... o eso planeo...).