Procuren, en la medida de lo posible, evitar hoy las calles del centro urbano si acaso estuvieran ustedes en mi querido Madriz. Parece que habrá algarabía abundante, tambores. Parece, además, que habrá pancartas y zepelines. Y se ha confirmado que incluso habrá obispos... ¡sin bozal! Lo cual me parece una temeridad. Es bien sabido que la mordedura de un obispo puede transmitir todo tipo de enfermedades, de la avidez a la intolerancia, pasando por la secreción incontrolada de bilis y la arrogancia ensimismada.
Tengan cuidado, pues... Háganme caso.
(Utilizar al gran Larson para estas cosas quizá no es lo más apropiado... pero la imagen me pareció irresistible: tanta indignación cloqueante...)
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Pero hablemos de cosas que de verdad importan: ¿han comprado ya Centauros del desierto? Hoy, con El País. (Además, una crítica del último Murakami: Tokyo Blues, un libro excelente y adictivo del que no tardaremos en hablar por acá...)